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domingo, 18 de mayo de 2014

Una monografía que estudia en profundidad un desfiladero que es límite entre Cangas de Onís y Amieva

El escritor y montañero Francisco Ballesteros publica "La garganta del Dobra y las sierras de Vis y Amieva"



El autor, firmando libros en Vis. A su lado Enri, uno de sus informantes. FOTO: J. CASO
Por Javier G. Caso

Cuatro de años de trabajo que ahora cristalizan en un voluminoso libro: La garganta del Dobra y las sierras de Vis y Amieva. Ese es el título de la monografía que acaba de publicar el escritor y montañero Francisco Ballesteros Villar (Oviedo, 1940), editada por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson y que estudia este territorio desde una triple perspectiva: geográfica, histórica y etnográfica. Para ello el libro se estructura en cuatro apartados, titulados el agua, la tierra, la vida y las rutas, ya que se incluyen hasta 46 itinerarios de los que en su día emplearon los pastores de Amieva y de Cangas de Onís para llegar "hasta los últimos rincones de pasto" existentes en ese desfiladero del Dobra, tanto en sus dos vertientes, como en las sierras de Vis y de Amieva, ambas del lado del concejo del mismo nombre. Se trata realmente de un territorio muy poco conocido y en el que, tal y como ha constatado Francisco Ballesteros, existían numerosas informaciones erróneas por parte de la Administración, debido sobre todo a lo abrupto e inaccesible del desfiladero del Dobra, al menos para quienes no habitan en su entorno.

Portada del libro. FOTO: J. CASO

"Este es un territorio sin caminos", explica el autor, quien además reconoce que las sendas que en su día existieron "han desaparecido" en su mayoría. Ello no impide que Ballesteros, con la impagable ayuda de numerosos vecinos, haya logrado reunir e incluir en su libro algo más de 4.000 topónimos, todos ellos ubicados en la zona de estudio, lo que da cuenta de lo importante que ha sido la ocupación de esta franja de tierra, límite entre los concejos de Amieva y Cangas de Onís, y  que Francisco Ballesteros califica de "hermosa y sobrecogedora". De hecho en algunos puntos la verticalidad es prácticamente absoluta. Y sin embargo la garganta del Dobra ha sido hasta décadas solar de pastores de cabras y ovejas desde el Neolítico, como demuestra el alto número de cuevas utilizadas tanto para guardar el ganado como asentamiento de esos pastores.

La Olla de San Vicente, desde Vis. FOTO: J. CASO
Ni que decir tiene que el gran protagonista de este libro es el Dobra, uno de los principales afluentes del río Sella y que, a lo largo de todo su recorrido, tiene en esa espectacular garganta algunos de sus rincones más bellos y espectaculares, como es el caso de la Olla de San Vicente, uno de sus pozos más impresionantes y que en los últimos años atrae a numerosos turistas. Por encima de la Olla, en la orilla canguesa, queda el Ríu la Vara, la única casa metida de verdad en pleno desfiladero del Dobra y en la que vivió durante muchos años Agustín Crespo. Nacido en Vis, a su regreso de los Estados Unidos ya jubilado, optó por instalarse en el Ríu la Vara porque buscaba un lugar tranquilo y sin ruidos. Su historia es una de las muchas que aparecen en este libro de Francisco Ballesteros, quien a su vez se ocupa de los seis pueblos del concejo de Amieva más próximos a la garganta del Dobra: Vis, Sames, Carbes, San Román, Cien y Amieva. Algunos de sus vecinos colaboraron de forma estrecha con el autor de La garganta del Dobra, hasta el punto de que el propio Ballesteros no ha dudado en afirmar que este libro "no hubiera sido posible" sin la colaboración de esos vecinos que actuaron como informantes acerca de la rica toponimia de la garganta, así como de guías. El libro incluye un buen número de fotografías panorámicas en las que se sitúan los topónimos descritos.

Ni que decir tiene que pese a la descripción de itinerarios que se recoge en el libro, y a pesar de que su autor reconoce que no es partidario de prohibiciones, lo cierto es que el grueso de esos itinerarios sólo están al alcance de montañeros muy, pero que muy, expertos y avezados. Ello no impide que por ejemplo también haya excursiones tan sencillas y bonitas como la que va desde el Puente Dobra hasta la Olla de San Vicente.




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