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jueves, 21 de agosto de 2014

Ramón A. Prada: Hasta siempre maestro

Cangas de Onís dice adiós a Ramón Prada, uno de sus vecinos más queridos


Ramón A.  Prada, en 2006, cuando recibió el título de Hijo Predilecto de Cangas de Onís. A su lado, el entonces alcalde, Alfredo García. FOTO: J. G. CASO

Por Javier G. Caso

 
Será este mediodía cuando Cangas de Onís se disponga a despedir a uno de sus vecinos más queridos: Don Ramón Aniceto Prada Vicente. Nacido en la capital canguesa en 1930, el próximo mes de diciembre hubiera cumplido 84 años y se va tras toda una vida dedicada a la promoción de la música coral, sin duda su gran pasión. Han sido varias las generaciones de cangueses y canguesas que formaron parte de los sucesivos coros infantiles que Don Ramón formó a lo largo de su larga trayectoria docente, primero en Villanueva y después en Cangas de Onís, en el Colegio Público Vázquez de Mella. Pero sin duda alguna, y como él mismo comentaba entre risas, Don Ramón Prada pasará a la historia como el director de coro más veterano que se recuerde al frente de una misma formación: la Masa Coral Peña Santa, que él mismo fundó en la década de los cincuenta del siglo pasado, que años después pasa a denominarse Coro Mixto Peña Santa como lo conocemos en la actualidad y del que Prada fue su primer y único director; un coro que en algunos momentos llegó a estar integrado por 70 voces. Casi nada.

Ramón A. Prada, con el Coro Peña Santa, durante uno de sus conciertos. FOTO: J. CASO


Casado con Emilina Blanco, y padre de cuatro hijos: Ramón, Juan, Emilio y Blanca; puede afirmarse sin exagerar que Coro Peña Santa era el quinto hijo de Don Ramón Prada. O su segunda familia. Una gran familia. Horas después de que se hiciera público su fallecimiento, ocurrido este miércoles en Oviedo, muchos de los integrantes del coro no podían reprimir sus lágrimas y se emocionaban recordando al que, durante tantos años, fue su director. Era su líder y su amigo. Y pasará un tiempo hasta que logren reponerse de su ausencia. Pero para este mediodía ya han prometido que por mucho que les embargue la emoción, van a desenredar el nudo que todos tienen en la garganta desde que supieron de la muerte de Don Ramón y van a cantar para él en su funeral. Será su último adiós. A más de uno le correrán las lágrimas por las mejillas, y a lo mejor no les sale todo lo bien que desearían, pero no tengo dudas de que, ese funeral cantado por el Coro Peña Santa, será algo inolvidable. Porque van a cantar con el corazón. Y así no hay quien falle.

Prada, con el Coro Peña Santa, en un concierto en la Casa de Cultura de Cangas de Onís. FOTO: J. CASO


Se nos va una persona que cantó misas y funerales en innumerables ocasiones. Que tocó el órgano de la iglesia de Santa María ni sabe cuántas veces; una persona que no sabía decir que no a nada y que, de forma desinteresada, colaboró con todo lo que se le puso por delante en Cangas de Onís. Fueron varias las generaciones de cangueses, entre ellas la mía, que tuvieron oportunidad de ser sus alumnos en el Colegio Vázquez de Mella donde dio clases de Lengua, de Dibujo y de Pre-tecnología, entre otras materias. Personaje inquieto, de curiosidad insaciable, hiperactivo me atrevería a decir, Don Ramón era de los que siempre llevaba de todo en los bolsillos de su americana: papel, bolis, lápices, destornilladores.... Hasta algún trasto singular. En Cangas debió ser de los primeros en portar un reloj digital, con calculadora y hasta con radio. De los primeros que tuvo de esas calculadoras científicas y hasta ordenador. Fue un apasionado de la electrónica, de la informática. También le gustaba viajar y durante décadas Don Ramón, junto a su mujer Emilina, eran algunos de los maestros que acompañaron a los alumnos y alumnas de octavo curso de EGB del Vázquez de Mella en aquel clásico viaje de estudios, siempre con destino a Madrid. Aunque creo que hubo años que también incluyó Toledo. Por toda España viajó también Don Ramón al frente de su Coro Peña Santa y en los últimos años participó en varios de los viajes organizados por el Club Cangas de Onís Atletismo hasta ciudades como Lisboa o París donde iban a competir los atletas locales. Siempre pertrechado por su cámara fotográfica, al regreso de cada viaje, y a modo de recuerdo, Don Ramón solía entregar a quienes lo habían acompañado en aquellas expediciones un CD con fotos y una crónica del viaje. Y es que a lo largo de su vida Prada escribió, y mucho. Sobre Cangas de Onís y los cangueses. Fue durante décadas corresponsal del diario La Nueva España y año tras año colaboró con innumerables artículos para la revista de las fiestas de San Antonio: en prosa, en verso. Tanto en castellano como en asturiano. Tienen que ser cientos los textos que habrá escrito Don Ramón. Muchos firmados como Ramón A. Prada. Muchos otros con seudónimo, como Nin del Buxu, además de algún otro que no recuerdo. 
Ramón A. Prada, dirigiendo un coro infantil, en un concierto de Villancicos en Villanueva. FOTO: J. CASO
 Desde luego era único. Don Ramón era capaz de escribir sobre la marcha y componer en un tris el himno de un club local o una canción dedicada a algún rincón de Cangas, como hizo en más de una ocasión dejando a todo el mundo con la boca abierta. Así era él. Genio y figura. Uno de los momentos más esperados del año era cuando llegaba el acto del pregón de las Fiestas de San Antoniu, de las que por supuesto fue pregonero en alguna ocasión. A esa cita nunca han faltado ni el Coro Peña Santa ni su director. Contemplar a Don Ramón dirigirlo era un espectáculo impagable, lo mismo que cuando, entre canción y canción, se dirigía al público al que siempre hacía reír con sus improvisados comentarios. Y es que su espontaneidad era otra de sus muchas cualidades. Todavía ocurrió este pasado mes de diciembre. Cuando iba a concluir el acto de entrega de los primeros premios Sifón de Oro en el salón de actos del ayuntamiento, Don Ramón Prada no dudó en levantar una mano ( en la otra debía llevar la cámara de fotos) Y tras pedirle permiso al alcalde para hablar, en un momento genial de los suyos, reclamó que el consistorio cangués le concediera a Luis Salcines el título de Hijo Predilecto de Cangas de Onís. 

Don Ramón, dirigiendo un multitudinario coro desde el balcón del antiguo internado durante la celebración, en 2003, del Día Coral. FOTO: J. CASO

Don Ramón, el año que leyó el Pregón de San Antoniu. FOTO: J. CASO


Y eso lo hizo alguien como Don Ramón Prada a quien, en 2006, el Excelentísimo Ayuntamiento de Cangas de Onís nombró por unanimidad de todos los grupos municipales Hijo Predilecto del concejo cangués. Además, y en la misma sesión plenaria, la corporación decidió darle su nombre a una céntrica calle de Cangas de Onís, la misma en la que desde hace décadas residía Don Ramón y su familia, algo que siempre comentaba orgulloso. Hará poco más de una semana que lo vi por última vez paseando por La Plaza acompañado de Emilina. Después de lo bien que se había recuperado de la operación de corazón a la que se había sometido en febrero, ahora se le veía mucho más débil, más gastadín; pero ni por asomo como para esperar un fallecimiento que todos los cangueses ha cogido por sorpresa. Con la muerte de Don Ramón se ha apagado la voz de un cangués irrepetible; pero a buen seguro que a estas horas, allá arriba en el Cielo, ya estará haciendo de las suyas. Igual hasta ya ha reunido a algún grupo de ángeles, ha formado un coro y ya ensaya con ellos “Como la flor” o “Axuntábense”. Hasta siempre, Maestro. Y ojalá nunca se apague en Cangas de Onís la llama de la música polifónica que él siempre mantuvo viva. Sería el mejor homenaje que se pueda hacer a la memoria de Ramón A. Prada Vicente.