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domingo, 24 de enero de 2016

¡Hasta siempre, Toñito!

¡Hasta siempre, Toñito!


Antonio Martínez Marqués, Toñito, paseando con Mundo por la Avenida de Covadonga, hace unos años. FOTO: J. CASO  
POR JAVIER G. CASO

 
Murió Toñito. La noticia corrió como la pólvora por Cangues a lo largo de toda la mañana de este pasado domingo 17 de enero, festividad de San Antón Abad. A la sorpresa y la incredulidad iniciales por una muerte inesperada, sucedió la pena; un sentimiento que compartimos la mayor parte de los cangueses, sobre todo sus amigos. Pero también los que, sin ser íntimos, lo conocimos, tratamos y apreciamos. Ya desde críos. Compartimos un curso en las antiguas escuelas del desaparecido Colegio Vázquez de Mella. En 7º u 8º de EGB. No lo sé con exactitud. Sí recuerdo que en aquella clase, Antonio Martínez Marqués, a quien siempre conocimos como Toñito, era de los que tenía mando en plaza. Imponía, pero siempre supo ganarse el cariño de los que fuimos sus compañeros. Más adelante fuimos creciendo y manteniendo relación, compartiendo amistad y colegas. Con Toñito había feeling y eso se notaba.

De carácter aparentemente bronco, pero sólo en apariencia, porque en el fondo era un cachu pan, por lo general Toñito siempre saludaba a la brava, cuando no con algún bocinazu con aquella vozona suya. Sin embargo esa supuesta hosquedad distaba mucho de la realidad. No era tal ni mucho menos. Lo saben bien los que fueron sus colegas, una amistad que algunos fraguaron en el antiguo Campo de fútbol de Santa Cruz donde compartieron con él entrenamientos y partidos en los equipos de las categorías inferiores del Cánicas.

Hacia el año 2001 Toñito decidió dar un giro a su vida. Y, ni corto ni perezoso, se fue a trabajar al Principado de Andorra, cambiando Cangues, en las estribaciones de los Picos de Europa, por Andorra la Vella, a 1.123 metros de altitud, en pleno corazón de los Pirineos. Desde entonces apenas si nos veíamos una vez al año. En ese momento nunca faltó su saludo cordial, eso sí acompañado de alguna broma. Toñito, que cumplió 51 años el pasado 1 de enero, visitaba Cangues al principio del verano, casi siempre coincidiendo con las fiestas de San Antoniu, su tocayu; al que como todos los de Cangues d´Arriba profesaba una especial devoción.

Imposible olvidarse de sus años de portero de Galaxia, una tarea que ejercía con autoridad. Le gustaba hacer bien su trabajo y aunque los que lo conocíamos nunca teníamos problemas con él, Toñito disfrutaba haciéndonos sufrir un poco antes de, finalmente, dejarnos enfilar escaleras abajo y entrar en la discoteca. Eso a los rapaces. Las mozas, con él, aunque las entretenía un ratín a la altura de la taquilla, lo tenían mucho más fácil para pasar. La última vez que nos vimos debió ser por junio, creo que por el Peñalver, uno de los bares en los que solía parar. O Los Arcos, dónde también trabajó. Como siempre, compartimos charla y amigos.

Me hubiera gustado haberlo visitado en Andorra dónde, sé de buena tinta, ejerció de perfecto anfitrión de aquellos amigos que, desde Cangas de Onís, se animaron a viajar hasta allí para verlo. Sus colegas, además, conocieron a los grandes amigos que hizo por aquellas tierras pirenaicas y que se convirtieron en su familia de Andorra; una gente que, aseguran, le profesaron un cariño digno de admirar. Todo ello demuestra que supo hacer amigos allí por donde pasó. Era buena gente. Como dejó escrito Chusón Quesada en facebook nada más enterarse de su fallecimiento: ¡Hasta siempre Toñito! Y cuando llegue San Antoniu, miraremos al cielo desde el robledal para recordarte el día de tu santu.

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