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martes, 23 de enero de 2018

San Antón en Siña

Los vecinos de Villaverde, en Amieva, participaron en  la misa y la tradicional bendición de animales
El párroco de Amieva, Alejandro González, bendiciendo a algunos de los animales que sus dueños llevaron hasta Siña. FOTO: JAVIER G. CASO

POR JAVIER G. CASO

La sangría demográfica del medio rural es lo que tiene. En los pueblos cada vez queda menos gente. Por eso, a la hora de festejar al patrón, hay que hacerlo en fin de semana, independientemente de la fecha del santoral. Es la única forma de garantizar un festejo concurrido. Y así lo han hecho este fin de semana en Villaverde, en Amieva. San Antón Abad fue el miércoles, 17 de enero; pero lo han celebrado este domingo en una capilla de Siña que se quedó pequeña.


Interior de la ermita de Siña. FOTO: J. G. CASO

Hasta allí llegó un buen número de vecinos, además de familiares y amigos que por semana residen fuera de Villaverde y de Amieva. Los vecinos acudieron con animales domésticos: algún caballo, un asno, un conejo, una oveja, cabritos, corderinos y dos xatos. También hubo algún perro y hasta un gato que venía en una jaula. ¡Ah! y un remolque llenu de coinos. Todos los animales recibieron la bendición y el agua bendita de manos de Don Alejandro, el párroco de Amieva. En un concejo en el que lobo campa a sus anchas, con continuos ataques al ganado. Uno de los dos terneros que se bendijeron aún conserva las heridas provocadas hace un mes por las dentelladas del lobo; de ahí que su dueño, el ganadero de Pen, Toni González, decidiera llevarlo hasta Siña para ponerlo bajo la protección de San Antón Abad, patrón de los animales. Otro tanto pasó con un corderín que, tal y como relató su dueño, Isaac Rivero, nació vivo de milagro tras el ataque de otro lobo que había dejado herida a su madre. Sus dueños temían que abortara, pero finalmente el cordero nació sano y  lo llevaron a bendecir.


Bendición de dos xatos. FOTO: J. G. C.



Uno de los corderos que se bendijeron. FOTO: J. G. C.
Las imágenes de San Antón y San Antonio, en la capilla de Siña. FOTO: J. G. C.
El sacerdote arrojó el agua bendita con una hoja de laurel. FOTO: J. G. C


El tiempo acompañó en una jornada soleada y de cielos azules en la que desde Siña se podía contemplar una estampa preciosa del Macizo Occidental de los Picos de Europa, del Cornión, cubierto de nieve. Fue una  misa de lo más animada aunque finalmente no hubiera ni coro ni gaitero como estaba previsto. A su conclusión, y antes de iniciar la bendición, el cura agasajó a los asistentes con bollos de chocolate y de chorizu, así como con velas conmemorativas para los mayores y unos peluches para los críos. Tras bendecir el sacerdote a todos y cada uno de los animales lanzándoles el agua bendita con la ayuda de una rama de laurel, todo el público posó para una foto de familia, inmortalizando una jornada festiva a la que se unió, por primera vez, un grupo de vecinos y vecinas de Llanera, quienes prometieron volver el año que viene ya acompañados de sus mascotas.

Vista del Cornión, el macizo occidental de los Picos de Europa. FOTO: J. G. C.

Argolibiu, Cien y al fondo el Cornión, desde Siña. FOTO: J. G. C.

Todos los asistentes posaron juntas tras la misa. FOTO: J. G. C.
Orgullosos de su capilla, que restauraron hace años justo antes de recuperar la fiesta, los vecinos contaban alguna que otra historia en torno a San Antón. La imagen actual que se venera en Siña fue tallada hará más de veinte años por Pepe, el de Pilar, un vecino de Villaverde a partir de una foto de la imagen original que algún sinvergüenza se había llevado de la capilla. “Sacolu exactu” apuntaba un vecino en referencia a la pieza tallada por Pepe que preside el retablo de la ermita de Siña. En este rincón de Amieva San Antón Abad comparte altar con su tocayo San Antonio de Padua, al que los vecinos festejan, ya no el 13 de junio, sino en pleno mes de julio. La fiesta concluyó en Villaverde con una comida de hermandad en la que no faltó una estupenda borona.





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