UA-47047058-1

lunes, 19 de octubre de 2015

Concluye la II edición del curso de cestería tradicional de Avalle

Eladio Abaría, a sus 85 años, volvió a impartir sus enseñanzas como maestro cestero

 

Vista de una de las clases del curso de cestería, impartida al aire libre en el paraje de La Pontiga de Avalle. FOTO: J. CASO

POR JAVIER G. CASO

El pasado sábado 10 de octubre tocó a su fin la II edición del curso de cestería tradicional organizado por los vecinos de Avalle. En esta ocasión fueron los ocho los alumnos que tuvieron el lujo de poder disfrutar con las enseñanzas de Eladio Abaría. A sus 85 años, este catedrático de la cestería, aún tiene humor y paciencia a la hora de dar a conocer su saber en el arte de hacer cestos. Desde luego es algo que resulta encomiable, sobre todo porque Eladio lo hace de manera desinteresada. Porque le presta, vamos. Además este vecino de Avalle personifica esa tradición de cesteros y maconeros que dieron fama a esta aldea parraguesa en la que hasta hace algunas décadas, en casi todos los hogares había algún maconeru. Una actividad esta de la cestería que compaginaban con sus tareas agrícolas y ganaderas y que era un complemento importante en la renta de cada familia.

Eladio Abaría, en el bancu de jorgar. FOTO: J. CASO

Con este segundo curso ya finalizado, no queda otra que darle las gracias a Eladio y, a su vez, animarlo para que el año que viene retome de nuevo sus clases para asegurar así la continuidad de este curso en el que además cuenta con la colaboración inestimable de algunos vecinos. Sobre todo en faenas logísticas, como preparar el fuegu en La Pontiga para que los alumnos puedan cocer allí los palos antes de jenderlos, para sacarles les banielles o tiras con las que luego harán los cestos. En esa faena, lo mismo que a la hora de ponerse a jorgar, los consejos de Eladio resultan imprescindibles. Este año, comentaba con sorna, que una de las mayores dificultades a la hora de las clases fue que había dos alumnos zurdos. Y eso complicaba un poco las cosas.

Palos cociendo en la muria levantada en La Pontiga por los vecinos con ladrillos refractarios. FOTO: J. CASO

Falo prepara unes banielles antes de sentarse en el banco de jorgar. FOTO: J. CASO


Jesús se dispone a jender un palu.

Ramón, recalcando, un cestu.
Por lo demás, este profesor emérito de la cestería no dejó de elogiar a sus alumnos. A gente como Jesús de la Mata, pongueto y vecino de Arriondas. Aunque sabía lo que es manejar la rasera y trabajar la madera para fabricar praderas o angazos, o colleras para el ganado; nunca antes había hecho un cesto. “Sólo me faltó invitalu a comer”, comentaba Eladio día atrás en alusión a las frecuentes visitas a domicilio que le hacía Jesús porque no le bastaban las clases semanales. Otro alumno del curso fue el piloñés Falo Migoya. Se apuntó porque quiso conocer un oficio, el de cestero, al que se había dedicado un antepasado suyo. También disfrutó del curso el cangués Ramón Gutiérrez. Repitió. Pero no por mal alumno. Todo lo contrario. Decidió volver a hacerlo porque le encanta hacer cestos, si bien subraya que es algo difícil de dominar. Tendrá que practicar, qué duda cabe. Pero si, al igual que el resto de sus compañeros, toma buena nota de los consejos y de lo que le enseñó Eladio, seguro que le irá bien. Luego, ya se sabe, no hay más que practicar y practicar. Y es que como dice el refrán: “el que hace un cesto, hace un ciento”.








 


Acerca de la publicación de "Los llavaderos del Conceyu Piloña"

El libro del etnógrafo Daniel Cueli, que incluye un censo, estudia las 73 construcciones que aún se conservan en el municipio piloñés

Daniel Cueli posa con un ejemplar de su libro en el lavadero de Los Caños de Infiesto. FOTO: JAVIER G. CASO


POR JAVIER G. CASO

 
Tal y como recoge el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la etnografía es “el estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos”. Mucho más cálida y cercana es lo que significa el mismo término para el piloñés Daniel Cueli. Para este etnógrafo “ye la historia de la xente que nun protagoniza la historia”. O lo que es lo mismo: lo próximo, lo cotidiano, incluyendo utensilios, construcciones y equipamientos. Todo aquello que, en definitiva, acompañó el quehacer diario de nuestros ancestros. Sobre todo en el medio rural.

 
Portada de "Los llavaderos del Conceyu Piloña".
 
Viene a cuento este preámbulo de la reciente publicación de Los llavaderos del conceyu Piloña, libro editado por la Fundación Belenos y del que es autor, precisamente el ya mencionado Daniel Cueli. La publicación, un volumen de apenas 70 páginas ilustradas con mucha fotografía y en una cuidada edición, permite al lector acercarse a este patrimonio etnográfico que son los lavaderos públicos. Se trata de unas construcciones que, según recoge el autor en la introducción del libro, “jugaron un papel muy importante en los siglos XIX y XX, mejorando las condiciones de las mujeres en su dura tarea de lavar la ropa”. Unos lavaderos que, además, cumplieron una importante labor socializadora al ser lugares de encuentro y conversación en aquelos tiempos en los que el agua corriente aún no había llegado a la mayoría de los domicilios de la zona rural.

No es la primera vez que Daniel Cueli se dedica a estudiar los lavaderos. Con anterioridad a esta obra ya publicó hace años otro estudio en la revista Asturies, memoria encesa de un país, dedicada a los que se reparten por la Comarca de la Sidra, Piloña y Siero. Pero como piloñés quiso estudiar más en profundidad los de su concejo natal, avalado además por el gran número de lavaderos que aún siguen en pie en Piloña, un total de 73. La cifra, subraya Cueli, ya es de por sí importante y significativa como para dedicarles un trabajo específico y que acaba de ver la luz. “Con esti trabayu quiso conxelar la realidá d´estes construcciones nun momentu concretu, faciendo una semeya fixa que marcara un enantes y un dempués y que pudiera sirvir de guía a les persones que tienen la responsabilidá de mirar pol nuesu patrimoniu”. Para ello este etnográfo visitó a lo largo de dos años todos y cada uno de los lavaderos que se reparten por las 24 parroquias piloñesas y de los que elaboró una ficha específica.

Ese recorrido le permitió a Cueli hacer algunas consideraciones acerca de estas construcciones. En cuanto a su tipología, y a partir de la posición que ocupa el pilón en el lavadero, Cueli distingue entre los de pilón central, que en su mayoría disponen de cubierta a dos aguas, o los de pilón lateral que suelen estar cubiertas con un tejado de cubierta a una sola vertiente. A su vez el estudio constata que en muchos casos, el lavadero se levanta al pie de una fuente y un bebedero, conformando un conjunto etnográfico en el que los vecinos del pueblo no sólo lavaban la ropa, sino que también se abastecían de agua para casa y además llevaban su ganado a beber allí.

El más importante de los lavaderos piloñeses, y el más antiguo a la vez, es el de Los Caños de Infiesto, ubicado en el barrio de Triana. Fue rehabilitado en 2006 después de que en años anteriores estuviera a punto de correr serio peligro de ser demolido, lo que hubiera supuesto una importante pérdida patrimonial para Piloña y para Infiesto, ya que apenas si se conocen lavaderos así en otras villas similares de la comarca del Oriente asturiano. Daniel Cueli que además es de los más antiguos de Asturias y que ya aparecía citado en el Diccionario de Madoz que data de los años 1845 a 1850. La fuente de los Caños, situada junto al lavadero, es de 1807. Así puede leerse en la placa que la preside, con lo que el lavadero tuvo que levantarse no mucho más tarde en la primera mitad del siglo XIX, explica Cueli. Para hacerse una idea de lo que fue, el etnógrafo piloñés explica que que por las dimensiones de su pilón, allí podían reunirse a lavar a la vez hasta 30 mujeres.

Vista general del lavadero de Los Caños, ubicado en el barrio de Triana de Infiesto. FOTO: J. G. CASO


Mención especial merece a su vez el lavadero público de El Valledal, en Villamayor. Fue construido en 1919 y donado al pueblo por Rafael Fabián, tal y como reza en una inscripción situada en uno de sus laterales. Actualmente en desuso, aunque bien conservado; de este lavadero destaca un estante de madera que recorre de lado a lado su cubierta interior por encima del pilón y que, según describe Cueli, serviría para dejar allí los baldes con la ropa que se iba a lavar.

Interior del lavadero de El Valledal, en Villamayor. FOTO: J. CASO

Vista exterior del lavadero de El Valledal. FOTO: J. CASO

Además de defender la conservación de los 73 lavaderos que se recogen en su libro y que aún existen en Piloña, el autor del trabajo apuesta por la recuperación de los que están peor conservados y por su utilización como recurso turístico. Así Daniel Cueli defiende que alguno de ellos bien podría acoger un centro de interpretación de este tipo de construcciones, algo que ya se ha hecho en otros concejos como Boal. También apunta la posibilidad de señalizar una ruta de los lavaderos en alguna de las parroquias piloñesas, en concreto por aquellas que cuentan con más número de ellos como las Belonciu, Villamayor o Borines. En definitivo, en su libro este etnógrafo pone el ojo y estudia de forma rigurosa un patrimonio que en muchos casos se encuentra bastante olvidado y que, además, resulta muy desconocido para los más jóvenes.







sábado, 30 de mayo de 2015

Media Maratón Ruta de la Reconquista: deporte y solidaridad van de la mano

Una competición atlética solidaria

Atletas pasando por delante del Puente Romano tras la salida en una edición anterior de la Ruta de la Reconquista. FOTO: J. CASO

La XXVIII edición de la media maratón que organiza el Club Cangas de Onís Atletismo muestra de nuevo su lado más solidario apoyando a Aurora, una niña gijonesa aquejada de un nevus gigante

Por Javier G. Caso
Con más de 25 ediciones a sus espaldas - esta tarde se dará la salida a la edición número 28- la Media Maratón Ruta de la Reconquista se ha consolidado ya como una prueba atlética de referencia dentro del panorama atlético asturiano y nacional. Pero más allá de la faceta deportiva y de pura competición en una carrera tan dura y exigente como original, debe subrayarse la vertiente solidaria que sus organizadores le han querido imprimir a esta competición. Desde hace años, unos cinco aproximadamente según me han explicado desde el Club Cangas de Onís Atletismo, la Media Maratón Ruta de la Reconquista destina parte de sus ingresos a alguna iniciativa de tipo solidario. Empezaron recaudando fondos para construir pozos de agua en Togo y siguió con donativos para una fundación keniata. Este año el lema, que hace referencia a los atletas inscritos, es "1.300 corredores juntos con Aurora", en alusión a la niña gijonesa de 6 años a la que irá destinado un euro de cada participante inscrito en la prueba. Como mínimo su familia recibirá unos 1.300 euros, a los que que habrá que sumar algo de dinero más que saldrá de unas rifas que también ha puesto en venta el Club Cangas de Onís Atletismo. Se trata de un dinero que le viene como caído del cielo a la familia de esta niña aquejada de un nevus gigante y que en los próximos meses de julio y agosto será operada por sexta vez. Aurora y sus padres estarán esta tarde, a las 18 horas, en la salida de la Media Maratón Ruta de la Reconquista, en la que un año más, correrán de la mano deporte y solidaridad.

 

 

lunes, 11 de mayo de 2015

Una cordada canguesa que se va a Los Andes

Salvador Muñoz y Roberto de Paz quieren ser los primeros en escalar la Garra del Puma, una pared virgen y más de 550 metros de longitud



Presentación de la expedición, el pasado 25 de abril, en el Ayuntamiento de Cangas de Onís. FOTO: J. CASO

 Por Javier G. Caso

 
Que a estas alturas del partido, si es que se puede usar este simil deportivo, aún queden en el mundo grandes paredes sin escalar resulta difícil de creer. Así que no es de extrañar que dos amantes de la escalada como son los cangueses Salvi Muñoz y Roberto de Paz, quedaran flipaos cuando alguien les habló de la posibilidad de escalar una pared virgen, una big wall, en tierras peruanas. Ni que decir tiene que no se lo pensaron dos veces cuando, además, fueron invitados a intentar la que puede ser la primera ascensión a la Garra del Puma, un paredón granítico vertical de más de 550 metros de longitud, emplazado en la Sierra del Pumasillo o Cordillera de Vilcabamba, una pequeña formación montañosa perteneciente a los Andes y situada al Sur de Perú. La cumbre de la Garra del Puma, estiman, se encuentra a unos 5.000 metros de altitud.

Vista general de la Garra del Puma, objetivo de los cangueses. FOTO EXPEDICIÓN PUMASILLO VILCABAMBA 2015

“Ganas e ilusión nos sobran”, comentaban días atrás Salvi y Rober, dos experimentados alpinistas. La cordada de escaladores del Grupo de Montaña Peña Santa de Cangas de Onís no dispone de demasiada documentación acerca de la Garra del Puma, si bien la han estudiado con detenimiento a partir de varias fotografías y ya han localizado una zona de la pared por la que podría discurrir la vía que pretenden abrir al otro lado del Atlántico. Viajarán a primeros de junio. Escalarla les exigirá pasar varios días colgados en la pared dónde dormirán en una hamaca, así como portar una gran cantidad de material. Calculan que tendrán que emplear unos 120 kilos de material de escalada, friends, empotradores, mosquetones...así como como 250 metros de cuerdas fijas y cuerdas dinámicas de escalada. Y varios bidones de agua.

Otro momento del acto de presentación. FOTO: J. CASO

Salvi y Roberto viajará al país andino integrados en la Expedición Pumasillo Vilcabamba 2015, un proyecto impulsado por un grupo de alpinistas gallegos del Club Deportivo Luz Verde de Arteixo y de la asociación cultural Dacabalo que, además de afrontar otros retos deportivos, tiene una componente solidaria: pretenden desarrollar esa zona montañosa de Perú en la que ya trabaja la ONG gallega Labañou Solidaria. Para ello tienen en mente señalar, documentar y divulgar varias rutas de trekking por la Sierra del Pumasillo que formarán parte de un libro que pretenden publicar más adelante. Uno de los promotores de la iniciativa es Rubén Suárez, un escalador gallego. También viajará a tierras peruanas a la vez que los cangueses, pero mientras Roberto y Salvi intentan ascender la Garra del Puma por primera vez, Rubén y otros compañeros, entre ellos Andrés Villar, harán lo propio con el Nevado Pumasillo, si bien la suya sería la primera repetición tras una primera escalada allá por 1968. “Una pared de roca como la Garra del Puma no podía quedar atrás y me dolería que tras varias expediciones otros equipos de escaladores la conquistaran”, comentó Rubén Suárez días atrás en Cangas de Onís cuando se presentó la Expedición Pumasillo Vilcabamba. Mucha suerte a todos ellos.

 

martes, 5 de mayo de 2015

70 años de la liberación del Campo de los españoles

Mauthausen

Por Javier G. Caso

 
El horror nunca está demasiado lejos. Ni en el tiempo, ni en la distancia. Hoy 5 de mayo se cumplen 70 años de la liberación del campo de concentración nazi de Mauthausen por tropas estadounidenses. Aquel lugar tenebroso, situado a más de 2.000 kilómetros de Asturias, fue bautizado como el campo de los españoles. Allí murieron asesinados cerca de 5.000 compatriotas de los más de 7.000 españoles, todos ellos republicanos, que acabaron internados en aquel campo de la muerte. Pero por mucho que hayan pasado siete décadas, eso no puede hacernos olvidar aquella barbarie. A Mauthasen fueron a parar muchos republicanos que, tras perder la Guerra Civil, combatieron a los nazis en suelo francés. También exiliados. Y solo por sus ideas políticas. Como prisioneros de aquel campo, y después de que Franco renegase de ellos, aquellos españoles lucieron en sus uniformes el triángulo azul de los apátridas. Más de un centenar de asturianos fueron encarcelados y la mayoría fallecieron en Mauthausen. Entre los fallecidos estaban dos cangueses: Salvador de la Visitación Villa, nacido en Cangas de Onís; y Máximo Fierro Orejas, éste natural de Mestas de Con. Sirvan estas líneas para honrar su memoria y la del resto de republicanos españoles fallecidos a manos de los nazis en tan siniestro lugar.

jueves, 9 de abril de 2015

El mejor homenaje póstumo para Don Celso Diego Somoano

El libro "Cangas de Onís, señas de identidad" recoge una parte fundamental de sus trabajos históricos dedicados al municipio cangués


Portada del libro, con fotografía de la Cueva de Covadonga de  Juan Martínez Dalmau.

POR JAVIER G. CASO

Transcurridos tres años desde el fallecimiento de Don Celso Diego Somoano ( Linares (Ribadesella), 1922), acaba de ver la luz Cangas de Onís, señas de identidad, publicación que recoge una parte considerable del legado del que fuera Cronista Oficial del municipio cangués. No queda más que felicitarse de esta novedad editorial y dar las gracias tanto al Excelentísimo Ayuntamiento de Cangas de Onís por su financiación, así como a sus dos coeditores: Carlos Tejo y Paco Pantín por ampliar la bibliografía local con este volumen. Respecto a su estructura, el libro recoge una amplia detallada y documentadísima biografía de Don Celso, escrita por Carlos Tejo, una aproximación a su obra, además de una escogida selección de algunos de sus trabajos historiográficos, todos ellos dedicados a Cangas de Onís. Bajo el epígrafe El legado de Don Celso Diego Somoano el lector podrá disfrutar con la lectura de casi una veintena de artículos, elegidos por Paco Pantín y dedicados cada uno de ellos a un monumento, lugar o institución canguesa. 

 De izquierda a derecha el alcalde, José Manuel González,Carlos Tejo, Paco Pantín y Alfredo García. FOTO: J. CASO

Todos ellos en su conjunto resultan fundamentales para conocer la Historia de este concejo. Hablamos de Covadonga, de Abamia, el Puente Romano, la Capilla de Santa Cruz, San Pedro de Villanueva o la capilla y las fiestas de San Antonio. En su conjunto esos trabajos históricos permiten aglutinar las señas de identidad de Cangas de Onís. No faltan en el libro el saluda del alcalde, José Manuel González Castro, así como un artículo de su antecesor en el cargo, Alfredo García, también profesor de Historia y compañero durante muchos de Don Celso en el Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís. Por último, y en un apartado titulado Con pluma amiga, el escritor José Ignacio Gracia Noriega, el Cronista Oficial de Parres Francisco José Rozada, los periodistas Susana Peruyera, José María Carbajal y quien escribe estas líneas, dedicamos unos líneas a desgranar algún aspecto más de la tracyectoria vital y profesional de un historiador como Don Celso Diego Somoano, quien además en su faceta docente, primero como maestro y después como Catedrático de Historia, formó a generaciones y generaciones de alumnos, tanto de Cangas de Onís como de otros municipios que cursaron sus estudios de bachillerato en el Rey Pelayo.

Un momento de la presentación del libro en un abarrotado salón de actos de la Casa Municipal de Cultura de Cangas de Onís. FOTO: J. CASO

 
Ilustran el libro un montón de fotografías. Buena parte de ellas son imágenes de la vida de Don Celso y acompañan a su biografía, titulada La vida corriente de un hombre extraordinario. El resto de las fotografías, muchas de su propio archivo personal y otras inéditas, obtenidas por los editores, enriquecen esa selección de artículos suyos, que constituyen la piedra angular de una obra de 369 páginas y de la que se han editado 800 ejemplares. No cabe duda de que Cangas de Onís, señas de identidad. El legado de Don Celso Diego Somoano es el mejor homenaje póstumo que se le podía tributar a quien durante tantos años se afanó en el estudio de la historia local, la de Cangas de Onís; un concejo al que llegó “en una tarde fría y con nieve”, como él mismo dejó escrito. Aquellas circunstancias no impidieron en absoluto que su relación con el municipio cangués, que lo nombró Hijo Adoptivo, acabara siendo tan cálida como intensa y definitiva.

martes, 27 de enero de 2015

Oleaje en el Lago Enol

El temporal de viento agitó las aguas del Enol, el mayor de los dos Lagos de Covadonga


Por Javier G. Caso

 Fue el 8 de febrero del pasado año cuando, por primera vez, en este blog se hacía mención a un espectáculo de la naturaleza tan impresionante como extraño de contemplar: el fuerte oleaje que, cuando soplan vientos fuertes, bate de lado a lado el Lago Enol y que, por momentos, se asemeja más a un mar embravecido que a un espacio lacustre de aguas tranquilas. Pues bien, el pasado 15 de enero fue de nuevo posible volver a disfrutar de esta escena, en una jornada en la que en el entorno de los Picos de Europa se registraron rachas de viento de más de 90 kilómetros por hora y esas olas que recorrían toda la superficie del Lago Enol son las protagonistas del pequeño vídeo que ofrecemos a los lectores de EL AUSEVA DIGITAL y que ilustra este pequeño artículo, dedicado a uno de los parajes más visitados del Parque Nacional de los Picos de Europa, situado en su Macizo Occidental, también conocido como el Cornión, dentro del término municipal de Cangas de Onís, en el Principado de Asturias.

Vista del Lago Enol y, al fondo, la vega del mismo nombre, desde la Piedra l ´Llagu. FOTO: JAVIER G. CASO