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viernes, 6 de septiembre de 2024

Santi de la Vega, de Covadonga a Petra y de los Picos al Himalaya

 

Sus paisajes más próximos y otros que conoció en sus viajes protagonizan la mayoría de las instantáneas que componen “Arraigo”, la primera exposición monográfica del fotógrafo cangués


Santiago de la Vega, junto a su foto dedicada al Picu Uriellu e incluida en la exposición "Arraigo". FOTO J. G. CASO

Por Javier G. Caso

 Hablar de fotografía en Cangas de Onís en estos momentos, nos remite a nombres como José Allende Marcos, Pin, ganador de la sección Alpinismo en la edición XXIX del Memorial María Luisa, celebrada en 2019 con una fotografía titulada “Marble ice” y que realizó en Islandia. En aquella expedición, Pin estuvo acompañado por otro fotógrafo cangués, Santiago de la Vega, Santi, quien acaba de inaugurar esta tarde su primera exposición monográfica. Lleva por título “Arraigo” y puede visitarse en la Casa Municipal de Cultura de Cangas de Onís hasta el próximo 4 de octubre.




El Puentón de Cangas de Onís/ Cangues d´Onís, fotografiado por Santi de la Vega. FOTO: J. G. C.


 Se trata de una exposición compuesta por medio centenar de instantáneas. Elegirlas, nos confesaba Santi cuando lo entrevistamos para TPA Noticias, no fue una tarea sencilla. Tuvo que escogerlas entre las miles de fotos que atesora en una decena de discos duros. Un rápido vistazo a la muestra nos permite una primera conclusión: la montaña es el escenario favorito del fotógrafo cangués. Hay fotos de lugares tan dispares y lejanos como Los Picos de Europa, los Alpes y hasta la cordillera del Himalaya donde ha retratado cumbres tan emblemáticas como el mismísimo Everest. Y otro tanto ocurre con el paisanaje que puebla y protagoniza varias de las instantáneas. Aparecen elaboradores de queso gamonéu del valle como Alberto Martínez, de la quesería Priena, de Corao o Juan Sobrecueva. La foto de este quesero es la protagonista del cartel de la propia exposición y de todas las expuestas, ésta es la favorita de Santi de la Vega, como él mismo nos reconocía esta mañana mientras terminaba de montar “Arraigo”. En la muestra también aparecen pastores de la Montaña de Covadonga como Antonio Fernández, “Antonín, el de Gumartini”. Pero también hay alguno de Extremo Oriente, del remoto Kirguistán, que aparece a caballo acompañando a un rebaño de yaks. Santi, que ha viajado lo suyo, también nos muestra lugares tan singulares como la mítica Petra, o una cueva de Islandia. Algunas fotos muestran algunos de nuestros monumentos más emblemáticos, como el Puente Romano de Cangas de Onís, el Puentón, que además da nombre al barrio en el que se crió el propio De la Vega. O la basílica de Covadonga, protagonista también de una foto única, la de la aurora boreal que el fotógrafo cangués logró captar con su cámara el pasado mes de mayo, tanto en el Santuario de la Santina como en Los Lagos de Covadonga. De Los Picos de Europa hay una amplia muestra de fotografías, entre ellas una del Picu Urriellu, la cumbre más emblemática del Parque Nacional. Algunas de esas fotos son nocturnas. Hay muchas instantáneas más, también las utilizadas en los carteles anunciadores de varios de los documentales del director Alex Galán, con quien Santi de la Vega colabora como responsable de foto fija. Pero lo mejor, desde luego, es acercarse hasta la Casa de Cultura canguesa y disfrutarlas.















viernes, 21 de junio de 2024

Paseos y dibujos: de la lectura de “Antes de que dejemos de conocernos”

 El libro de Fran Beran, editado por el ayuntamiento, es un retrato coral de la sociedad canguesa al que se unen otros dibujos de rincones y calles de la ciudad de Cangas de Onís


Portada del libro  "Antes de que dejemos de conocernos". Foto. J. G. Caso


 Por Javier G. Caso:


“Antes de que dejemos de conocernos”. Este es el título del libro del artista y dibujante cangués, aunque nacido en Gijón, Fran Beran. Editado por el Ayuntamiento de Cangas de Onís, la publicación se presentaba este pasado lunes, 10 de junio, en el salón de actos de la casa de cultura.

Los dibujos, tanto los de las más de 186 personas que aparecen en el libro, como los que dan cuenta de distintas calles y rincones de Cangas de Onís, son el resultado y el fruto de un trabajo de más de tres años. Su detonante fueron los paseos de su autor por la capital canguesa. Ese pasear a diario, ese callejeo, se tradujo en todos esos dibujos con los que Fran Berán ha inmortalizado con maestría a representantes de varias generaciones de cangueses  con los que se cruzaba a diario y a cualquier hora.

Fran Beran y Paco Pantín en la presentación de "Antes de que dejemos de conocernos". Foto: J. G. C.


El autor, ante la casa de cultura de Cangas de Onís, posando con su libro. Foto: J. G. Caso

 Sabíamos de su gran nivel artístico. Fran Beran es autor de numerosos carteles dedicados a muy distintos temas locales: desde las fiestas de San Antoniu, los carnavales, el día de Asturias u otras citas festivas locales. También ilustró folletos turísticos, como aquel que le encargó Ramón Hevia cuando era presidente de la asociación Iniciativas Canguesas de Turismo ( INCATUR) y que incluía un minucioso dibujo de la ciudad de Cangas de Onís con sus casas, sus calles y sus principales monumentos. Hablamos de un folleto que el propio Ramón Hevia mostró a los asistentes a la presentación del libro de Fran Beran y que sirvió para recordar su trayectoria y sus obras,la mayoría de los cuales realizó de forma desinteresada.

Siempre fue mucho Fran de dejarse ver por Cangues. Desde que se jubiló sus paseos fueron a más y es raro no cruzarse con él casi a cualquier hora. Hace cosa de tres años decidió salir a la calle acompañado de un bloc y de un rotulador negro. Así nacieron sus primeros dibujos. Del rotulador, y sin dejar de dibujar a mano, un detalle que recalca para evitar malentendidos, Fran pasó al dibujo digital, con lápiz y en el que el cuaderno de cartulina fue sustituido por la pantalla de un ipad. “Pero sigo dibujando a mano, que conste. Aunque lleve mis dibujos en el móvil con el que fotografío a mis personajes, no hay ninguna aplicación que haga esos dibujos ella sola”, advierte el artista.

 Su libro aúna paisanaje y paisaje con dibujos que dan cuenta de esas calles en las que desarrollan sus vida las personas a las que dibujó. Unos dibujos, que no quiere calificar de retratos y que no se terminan, espera, en este libro que acaba de ver la luz. Confía en darles continuidad en un segundo volumen. Por eso sigue paseando y dibujando; de hecho ya tiene hechos más de sesenta dibujos de otros tantos cangueses de cara a un próximo libro. Ahora todo resulta muy sencillo. Al principio, a quien elegía por la calle, tenía que explicarle por qué le quería hacer una o varias fotos. Era eso o hacerlos posar durante horas, algo imposible. A estas alturas ya no hace falta que explique que esas imágenes las toma para luego realizar un dibujo de esa persona. Todo el mundo conoce su proyecto artístico. Por eso son muchos los que quieren ser dibujados por Fran Beran y así se lo hacen saber. De algunos, reconoce, casi no sabe ni cómo se llaman. Pero, por una u otra razón, decidió dibujarlos. Es una forma, reconoce Fran, de dejar constancia de “esa gente que te encuentras por la calle, de la que no recuerdas su nombre y tienes que buscar a un conocido común para preguntarle.” Y es que a veces, tal y como expresa el autor en el texto de la contraportada de su libro en cuantas ocasiones, y en cuantas conversaciones con algún vecino no solemos preguntarnos “¿qué sería de aquel que siempre nos saludaba en el bar? Sí hombre, siempre con una chaqueta gris y camisa de cuadros y pidiendo un vino de la casa. ¿Cómo se llamaba?”

Por eso, y en cierta forma Fran ha puesto, nos ha puesto, deberes a sus lectores. Los personajes dibujados tan solo van acompañados de su nombre, en muchos casos su diminutivo. “Sin comentario alguno”, apostilla en la contraportada. “Quien quiera añadir algo más tiene a su disposición un espacio debajo para hacerlo”, añade Beran. La escritura de esa particular reseña tiene todo su sentido si nos atenemos al título del libro: “Antes de que dejemos de conocernos”. Y qué mejor forma de recordar a todos esos vecinos que dedicarles unas pequeñas líneas en las que cada uno dejemos por escrito, por ejemplo, su nombre completo, sus apellidos, oficio, parentesco...En fin, lo que se nos ocurra. En mayor o menor medida los conocemos a todos. En muchos casos no faltarán anécdotas o sucedidos que conozcamos de esos personajes. Dejarlos por escrito al pie de cada dibujo como nos propone Fran, es una idea genial. Seguro que más de uno se ha decidido a coger el boli para escribir un pequeño perfil de cada personaje. Otro tanto se puede hacer con los dibujos de las calles y rincones de Cangas de Onís que ilustran las páginas del libro y que seguro que también inspirarán no pocos recuerdos a cualquier cangués.

En definitiva, toca dar la bienvenida a este libro tan original y también solidario. A propuesta de su autor el Ayuntamiento de Cangas de Onís ha decidido no regalarlo. Todos los ejemplares editados, unos 200, se han cedido al colectivo local Rosa Palo para que los venda. Y todo lo recaudado con la venta de “Antes de que dejemos de conocernos” irá destinado a la investigación del cáncer de mama. Enhorabuena a Fran Beran por ese gesto y por este libro, todo un retrato coral de la sociedad canguesa del que ya esperamos ansiosos una nueva entrega.













martes, 19 de marzo de 2024

Celsín


Adiós a un cangués entrañable


Celso, entrando con el ramu en la iglesia el día de San Antoniu. Foto J. G. Caso




Cangas de Onís, martes 19 de marzo de 2024:

Por Javier G. Caso:

 La parca no descansa. Este domingo se llevó a uno de los buenos, a una persona que derrochaba carisma: Celso Fernández Sangrador, Celsín el de la Sifonería. Quedé helado cuando Pepillo Remis me preguntó si sería cierto que había fallecido. Por desgracia la fatal noticia se confirmaba poco después. Te enteras del fallecimiento de alguien conocido y apreciado, haces memoria, y los recuerdos bullen por doquier. ¿Qué decir de Celso? 

 Lo recuerdo repartiendo bebidas por Cangas de Onís con su camión. Celso era el que repartía la gaseosa La Casera, la leche Lagisa y la tónica Schweppes. Por supuesto, tambien sifones. Nació y creció en la canguesa calle de San Pelayo. Al pie del negocio familiar: una Sifonería. De aquel local, cuando las máquinas envasaban los sifones, salía un ruido, un soniquete que, durante años y años, vino a ser algo así como la banda sonora de ese rincón cangués.

 Aquel negocio de bebidas, hace años, se transformó en una casa de comidas y siguió conservando su nombre: “La Sifonería”. De hecho sus paredes estaban adornadas con la colección de sifones que Celso fue atesorando a lo largo de toda su vida. Algunos, llegados desde muy lejos, fueron regalos de amigos; unos conocidos que sabían de su pasión y apego por estos envases. En el negocio hay también un sinfin de dibujos, fotos y otras referencias visuales acerca del sifón. Celsín nunca había sido hostelero, sin embargo con su capacidad y maestría para las relaciones públicas, se convirtió en el referente de un negocio familiar en el que ejercía de perfecto anfitrión junto a sus hijas. No desvelaré su secreto, del que seguro que habrá quedado algún rastro en los libros de reservas del restaurante, pero a los clientes conocidos, por muy liados que estuvieran en la Sifo, Celso siempre encontraba la forma de buscarles acomodo y de conseguirles una mesa.

 De la mano de Celsín y de Marga, su fiel escudera, así como de sus tres hijas, nacieron los premios Sifón de Oro, un galardón cuyo objetivo es premiar y distinguir a personas e instituciones que hayan destacado por su labor en pro de Cangas de Onís. Y es que Celso era muy, pero que muy cangués. Ejercía de ello en su vida diaria, implicándose en multitud de actividades. Siempre juntos, tanto él como Marga, formaron parte durante mucho tiempo de la directiva de la Sociedad de Festejos San Antonio ( SOFESA), que organizaba las fiestas patronales. El 13 de junio, el día de San Antoniu, Celso no fallaba a la hora de portar a hombros el ramu de pan de la calle San Pelayo acompañado de otros vecinos, entre ellos los Fifos: José Luis, Fredi, David e Isaac. Sobre su cabeza lucía su montera picona, la misma que sus familiares colocaron sobre el féretro en compañía de un sifón, siempre adornada con una pinza, emblema de la fiesta de la calle San Pelayo, de la que Celso fue uno de sus principales impulsores. Aunque acaba con una verbena, el origen de la fiesta de la pinza fue una merienda popular en plena calle en la que siempre participaron los vecinos y también los turistas que se arrimaban.




Celsín, a la derecha, junto a Jose Luis, el Fifu, con el ramu de 2012. Foto J. G. Caso 



Celso, entre Juanín Grech y Queta, homenajeados en la fiesta de la pinza de 2004.

Celso y Josefina García, con Jesús Ania y Esther Blanco, en la fiesta de la pinza de 2009


Otra de la fiestas favoritas de Celso era el Antroxu. Era de los que siempre se disfrazaba el martes de Carnaval, ya fuera en solitario o en compañía de sus amigos. En los últimos años, ya jubilado, Celsín se convirtió en el percusionista de la Agrupación de bailes Picos de Europa. Allí donde actuaban, allí estaba él, feliz, dándole al bombo. Antes, y durante muchos años, también formó parte del Coro Peña Santa de Cangas de Onís. Por eso digo que era un cangués activo y, además, una persona interesaao por la promoción de la Cultura en el ámbito local. Desde su negocio se impulsó el concuso de dibujo escolar “Pinta un sifón”. Los últimos años también organizaron hubo multitud de presentaciones literarias, recitales de poesía, festivales de tonada, actos todos ellos desarrollados en el restaurante “Al pie de un sifón” y para los que Celsín y Marga contaron con la colaboración de su gran amigo y cangués de adopción Luis Salcines. Como ya han dicho muchas personas a lo largo de los últimos días desde que se conoció su fallecimiento; está claro que Cangas de Onís le va a echar mucho de menos. Porque vamos a ver Celso; sin ir más lejos, cuando llegue a Cangues la próxima Cabalgata de los Reyes Magos, ¿quien ayudará al rey Melchor?

Andrés y Ana González Carretero, abrazados al rey Melchor.


A continuacion reproduzco íntegra la entrevista que le hice a Celso en 2013 como pregonero de San Antoniu y que salió publicada en el libro de las fiestas patronales de Cangas de Onís de ese año.


 “Soy un repartidor de bebides. Fue lo que hici durante 35 años”



Celsín, en un rincón de su querida Sifonería. FOTO: J. G. CASO


JAVIER G. CASO

CANGAS DE ONÍS

Al pregonero de las fiestas de San Antoniu de este año, Celso Fernández Sangrador, en Cangas de Onís todos le conocen por Celsín, el de la Sifonería. No es para menos. Vino al mundo hace 65 años en la muy canguesa calle de San Pelayo, en el primer piso del edificio que aloja en su planta baja el negocio familiar. “Nací aquí encima, a la parte de arriba de esi ventilador”, comenta con sorna nuestro pregonero al inicio de esta entrevista. Fundada allá por 1896 y sin necesidad de cambiar de nombre, hace 19 años, la Sifonería se transformó en una tienda bar, un negocio que en este tiempo ha logrado convertirse en un local de referencia dentro de la hostelería canguesa. A ello ha contribuido, no cabe duda, Celsín. Ahora, ya jubilado, se limita a “echar una mano” a sus hijas, que son las que llevan el negocio.


La Sociedad de Festejos de Cangas de Onís te ha elegido para dar el pregón de las fiestas de 2013, ¿cómo lo valoras?

Nunca me lo hubiera imaginau y me siento muy honrau. Me imagino que será por mi implicación en les fiestes. Llevo toda la vida metíu en alguna historia de San Antoniu. También estuvi en la comisión y mi mujer, Marga, todavía estuvo más años que yo. Estoy muy contentu.

Este año serás el pregonero y tu vinculación con las fiestas patronales viene de mucho atrás; pero lo cierto es que no hay evento festivo en Cangas de Onís al que le hayas dado la espalda.

Pues sí; siempre colaboré con la Cabalgata de Reyes y tampoco fallé nunca en el Carnaval. De hechu, James Fernández Mcclintock hizo un estudio sobre los carnavales en el Norte de España y se centró en el nuestru grupo de Carnaval. Daba conferencies por tou el mundo, luego mi mandaba postales y mi decía: “¡mira Celso, ya te conocen en Japón!” También fui presidente de la Asociación de Padres durante tou el tiempu que les mis hijes estuvieron en la escuela. Y haz años anduvi metíu en la organización de la Subida a Enol. La verdad é que siempre mi gustó estar metíu en alguna actividad.

¿Cómo va a ser su pregón?

La idea é que sea emotiva y sentimental, así que igual hay que tener un kleenex a mano, por si acaso (risas).

¿Qué destacarías de las fiestas de San Antoniu?

Pues que sean unes fiestes abiertas a tou el mundu, sin olvidar que el motiva de una fiesta de cualquier puebla es que la discuten los vecinos. No i encuentro ningún sentidu a eso de hacer la fiesta pensando en los que van a venir de fuera. Les fiestes de San Antoniu nunca perdieron su esencia. Ves programas de hace 100 años y la fiesta era igual, como comprobamos cuando preparamos el dossier para que la declararan Fiesta de Interés Turístico Regional.

¿Crees que les falta algo?

No echo nada de menos. Siempre hay alguna cosa complementaria. Son unes fiestes muy completes en les que la tradición se complementa con eses torees verbenees que son una poca de espectáculo y con torees actividades: deportes, teatro…

Si tuvieras que elegir algún momento concreto de nuestros festejos, ¿qué me dirías?

Me quedo con el día de San Antoniu, desde las 11 de la mañana hasta las seis de la tarde. Para mí la misa y la procesión es lo más grande de toes les fiestes. La misa de San Antoniu é una maravilla: Hay una gran solemnidad y el coro Peña Santa canta en latín la Pontifical de Peruzzi, que es preciosa. San Antoniu va muchu más allá de lo religiosu. Vas a la novena y ves allí a gente que ni te lo imaginas.

¿Y la Joguera?

Nunca la salté.

¿Cómo valoras la comida popular que se celebra en el Campu San Antoniu al finalizar la procesión, la subasta y la quema del xigante?

La comida en el robledal é una de les grandes novedades de los últimos años. Antes no se hacía y es algo que realza la fiesta.

Parece que la Jira vuelve a ir a más.

También se recuperó después de unos años de itinerancia; y no triunfó hasta que volvió otra vez a Contranquil.

Una fiesta como San Antoniu, ¿la vives ahora igual que cuando eras más joven?

Ahora disfrútola más si cabe; con 20 años es una fiesta, pero ahora la sientes y la disfrutas muchu más. Vas cogiendo una sensibilidad muy distinta a la que te da la fogosidad de la juventud.

Desde hace muchos años eres de los que porta a hombros el ramu de la calle San Pelayo, ¿cómo nació esta iniciativa?

Por un vecinu que quería hacer un ramu y no sabía. Como eso era difícil, apostamos por hacer unu que abarcara a todos los vecinos de la calle San Pelayo. Coincidió que aquel añu había varios que estaban jorobadinos. Al principiu les peticiones iban entre el ramaje del ramu. Allí metíamos el papelín. Ahora la gente aporta al ramu por aportar, sin necesidad de pedir nada; o no lo dicen (risas). Y el que quiera seguir metiendo el papelín, puede hacelo porque es confidencial.

¿El ramu sigue siendo solo de los vecinos de la calle San Pelayo?

Ahora participa gente de tou Cangues y cada unu da lo que quier.

¿Hay algún ceremonial en la preparación del ramu?

Les flores colocámoles por la mañana el mismu día de San Antoniu, pero les hojes de roble ya se colocan la víspera de San Antoniu por la noche. Al principiu hacíamos algo de fiesta mientras confeccionábamos el ramu; había pinchos y tomábamos algún cacharro. Recuerdo un añu que llovió y no aparecía ni Dios a la hora de hacer el ramu (risas).

¿Se siente algo especial al subir el ramu año tras año?

Pa mi é algo así como la ITV. Cuando llego a la iglesia de Cangues de Arriba después de subir la Carreterona siempre me digo: ITV pasada. Y espero que mi quede cuerda pa muchos años más. Solu lu llevamos tou el caminu José Luis el Fifu y yo, pero también nos ayudan sus hermanos y algunu más.

Pesar, debe pesar lo suyo, ¿no?

La verdá é que no sabemos lo que pesa el ramu; pero é muchu. Y muy altu porque al salir de la iglesia al principiu de la procesión tenemos que doblar les rodilles. Recuerdo un añu que andaba yo con lumbago y va David el de Fifi y díjomi: “Celso, tu tranquilu, lleva el ramu, que yo solu pongo el llombu” (risas).

¿Qué relación tienen el ramu de San Pelayo y la fiesta de la pinza?

La fiesta de la pinza surgió a partir del ramu hará más de veinte años ya. El primer añu los donativos superaron el coste del ramu y, con lo que sobró. Decidimos organizar una fiesta. Además nos venía muy bien que San Pelayo sea el 26 de junio. Fue una forma de hacer unión entre el vecindariu de nuestra calle. La de la pinza é una fiesta popular y que se haz sola. El músicu cobra lo que sobra y todos los vecinos y los bares traen pinchos. Los vecinos solu armamos les meses que nos pon el ayuntamiento. La fiesta de la pinza, que é una fiesta pequeña, trájola San Antoniu.

Llevas toda una vida ligado a la Sifonería, ¿cuándo empezaste a trabajar en el negocio familiar?

La mayor parte de mi vida la pasé repartiendo bebides. Empecé a trabajar a los once años cuando murió mi padre. Primero repartía con un carru, luego ya con el camión. Repartía sifones, pero también gaseosa La Casera y cerveza la Estrella de Gijón. Y la leche de Lagisa, que al principiu había que ir a buscala a Gijón todos los días a las cinco de la mañana porque era del día. Luego hicimos una cámara y ya se traía pa dos días. Por ciertu, el mi camión también se usó muchu pa les cabalgates. Unu que era abiertu era el que se utilizaba para transportar el Belén.

Los más jóvenes conocen La Sifonería actual, un bar tienda; pero su historia viene de largo, ¿verdad?

La Sifonería abrió en el añu 1896 y siempre fue la base del negociu; embotellamos el últimu sifón hará unos 25 años. Ya tenía les críes. La venta de sifones fue menguando de forma paulatina y cada vez era más complicau llenalos. Además había otres alternatives. Tenemos una colección de más de un millar de sifones. Como bar abrimos en 1994.

¿Y qué destaca de esta nueva etapa?

Aparte de tener un pocu de museo, creo que La Sifonería es un local singular en el que sobre todo primamos la calidad de los productos y el tratu al cliente. Ya salimos en revistes y guíes de tou el mundu, de países como Alemania, Inglaterra, Francia, Portugal, Estados Unidos o Japón.

Por lo que me habéis contado tú y Marga, La Sifonería también tiene relación con nuestras fiestas patronales. Cuéntanoslo.

Durante muchos años fue algo así como la sede de la comisión de San Antoniu. Aquí pagábanse los recibos de los socios y se entregaban los libros de les fiestes. Además en la Sifo tenemos un azuleju con un San Antoniu que vino de Marbella.

A lo largo de los últimos años, y hasta tu jubilación, has trabajado como hostelero pero, ¿cómo te definirías?

Me veo como un repartidor. Fue lo que hici durante 35 años.

En los últimos años las distintas comisiones han apostado por personas de Cangas o ligadas a Cangas para pregonar las fiestas de San Antonio. ¿Qué opinión le merece esta decisión?

É importante que sea gente vinculada a Cangues la que de el pregón. Lo demás sería una necedad, por muy importante que sea la persona que se trajera. No tien sentidu traer a alguien a pregonar algo que no conoce.