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lunes, 7 de abril de 2014

El último cestero de la parroquia de Degu

Valeriano Molledo, jubilado y de 77 años, dedica sus ratos libres a fabricar cestos y maconas

Sentado en un taburete Ano dobla una de las baniellas o tiras de madera mientras fabrica un cesto. FOTO: J. CASO
Por Javier G. Caso

  
Hablar de cestería tradicional en el entorno de Cangas de Onís es hacerlo, sobre todo, de la parroquia vecina de San Pedro de Degu, en Parres; y más en concreto, de la localidad de Avalle, lugar en el que durante muchísimas décadas eran numerosos los vecinos que se dedicaban al oficio de cesteros. Para algunos era una forma de conseguir unos ingresos extras que siempre venían bien a la renta de cada familia. Pero en Avalle también hubo profesionales de la cestería. De la evolución del oficio da cuenta un artículo titulado Los cesteros de Avalle, publicado en la Revista de Folklore, de la Fundación Joaquín Díaz y firmado por Manuel Garrido Palacios. http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=1658

En la actualidad aunque aún quedan personas como Eladio Abaría o Sacramento García, que fueron cesteros en su día, en Avalle nadie sigue en activo. El último cestero de la parroquia de San Pedro de Degu es Valeriano Molledo Martínez, Ano. Vive en Degu y trabaja en un pequeño taller situado en la planta baja de su vivienda. Es el mismo taller que ya usaba su padre, también cestero. Pero ninguno de los dos hizo de este oficio su profesión. La fabricación de cestos era “para sacar algún dinero”. Por supuesto fue su padre, y algún que otro vecinos, los que le enseñaron a hacer cestos. Los primeros, recuerda Ano”no valían y había que tiralos”. Ano nos cuenta que lo más difícil es preparar la madera que, una vez elegida, hay que cortar siempre con la luna menguante porque el ciclo lunar “influye muchu”. En cuando al tipo de madera, la más utilizada es la de avellano. Pero también vale la de castaño. O la de negrillo, subraya el cestero de Degu. 


Abriendo una tira de madera. FOTO: J. CASO
“La madera se abre en verde, recién cortada”, explica Ano. Lo siguiente será dejarla secar al sol para que cure. Y cuando ya tiene listas las baniellas o tiras de madera con las que confeccionará los cestos o maconas, al cestero le toca cepillarlas, una a una, en el banco de jorgar. A continuación hay que humedecer bien las baniellas para que se empapen de agua. De esta forma el cestero evitará que se fracturen cuando empiece a montar el cesto. “Si lo hago en secu, rompe”, subraya Ano, quien mojará las baniellas varias veces mientras el cesto va tomando forma.
 

Montando el culo del cesto. FOTO: J. CASO
No se trata de una tarea cómoda. Además de “paciencia”, como explica Valeriano, los primeros pasos hay que darlos de rodillas. Sobre una tabla de madera el cestero, y en esta postura, va colocando las baniellas y las va intercalando para formar el culo. Al tratarse de un cesto pequeño trabaja con una decena de baniellas, que en una macona de las más grandes pueden llegar a ser hasta veinte. Además de utilizar las manos, Ano se ayuda de un martillo y un pequeño puntero para dar los últimos ajustes “y que no queden huecos entre les banielles”.

El cesto va cogiendo forma. FOTO: J. CASO


  Una vez lista lo que será la base del cesto, Ano pasa a sentarse en un taburete bajo y prosigue con el montaje ayudado de una navaja. “Nunca calculé el tiempu que mi lleva hacer un cestu porque siempre lo hici a ratos sueltos”. 

Así trabajaba antes de llegar a la jubilación y así sigue a sus 77 años. Por lo general se encierra a su taller si el tiempo está malo. “Si haz buenu prefiero andar por ahí segando con la guadaña o cebando unes xates”. Además reconoce que su cuerpo, sobre todo su espalda, se resiente si pasa demasiado tiempo en el taller doblado haciendo cestos. Por eso trabaja sin prisa. De tal manera que si alguien le pide que le haga un cesto, y no digamos ya una macona que siempre lleva mucho más tiempo, ya sabe lo que le queda: armarse de paciencia. Los plazos de entrega no angustian ni preocupan lo más mínimo al último cestero de Degu. Aunque lo mismo dejará de serlo si, como se anuncia, sale adelante el proyecto que impulsan en Avalle para poner en marcha un taller de cestería tradicional. Ojalá fructifique la idea, se convierta en una realidad y se evite la desaparición de este tradicional oficio tan ligado, durante siglos, a la parroquia de San Pedro de Degu.

Algunos de los cestos ya terminados, en el taller. FOTO: J. CASO































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