Crónica de un ensayo convertido en un concierto inolvidable y exclusivo
Jose, Varo, David, Yoli y Carlos, Avalle Van, en un momento del ensayo. FOTO: JAVIER CASO. |
Por JAVIER
G. CASO
No todos
los días se tiene la suerte de disfrutar de un concierto para uno
solo. O casi. Porque el otro día fuimos dos personas, Pepe Flash y
quien escribe estas líneas, los que tuvimos el privilegio de
escuchar en exclusiva a Avalle Van. Fue con motivo de uno de los sus
ensayos semanales. En su casa. En el garaje de Avalle Van. Todo un
lujo.
Por
fuera nadie diría que, nada más franquear la puerta, uno va a
encontrarse con un verdadero local de ensayos que haría las delicias
de cualquier grupo de Rock del más alto nivel. Está totalmente
insonorizado y de sus paredes cuelgan guitarras y otros instrumentos
musicales, además de fotos y carteles. La iluminación, propia de
una sala de conciertos y a la vez intimista, es otro elemento que contribuye a dar más
calidez al ambiente. Vamos, que uno está de lo más a gusto si de lo
que se trata es de disfrutar de la música que hacen Carlos, Jose,
Yoli, David y Naro, o lo que es lo mismo, Avalle Van. Y allí
preparan sus actuaciones. A conciencia.
Los
había disfrutado ya en otras ocasiones, las dos últimas este pasado
verano en sendos conciertos al aire la libre, en la calle San Pelayo
y en Cangas de Arriba. Pero nunca antes me había acercado hasta su
guarida, hasta el lugar en el que ensayan y dan forma a esas
versiones que luego bordan cada vez que tocan por ahí. Y para
meterse en ambiente arrancaron con “Locked out of heaven” de
Bruno Mars. Así, como si nada. Luego fueron sucediéndose temas y
temas de lo más variado como “One” de U2, “El límite” de La
Frontera o “Rolling in the deep”, de Adele, entre muchas otras. Se nota, se siente
que Avalle Van es un grupo cohesionado y que funciona tan bien como
un motor bien engrasado. No rugen, no. Suenan de puta madre. Pero así, en la intimidad, también se nota
a la perfeccionan que son un grupo de amigos que se lo pasan pipa
cada martes cuando se juntan para tocar y dar rienda suelta a una
pasión que comparten: la música. Y allí estuvimos para
disfrutarlo, compartir ese momento y contarlo. Un placer. Y gracias por la invitación.
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