El Parque de la Prehistoria de Teverga muestra dos ejemplares de uno de los animales más representados en el arte rupestre
En la imagen los dos bisontes del Parque de la Prehistoria. Al fondo Peña Sobia. FOTO: J. CASO |
Por JAVIER G. CASO
Dejamos atrás el temporal y el buen tiempo del fin de semana invita, por fin, a salir de casa y dar una vuelta hasta algún rincón de aquí, de Asturias. Nos decidimos por Teverga con el propósito de visitar de nuevo el Parque de la Prehistoria una vez que sabemos que esta semana ha incorporado alguna que otra novedad. El de Teverga es uno de esos equipamientos que hace las delicias de los más pequeños de la casa, sobre todo cuando, antes o después, de visitar la Cueva de las Cuevas, donde se exponen las réplicas del panel de los polícromos de Tito Bustillo, de las pinturas negras de Niaux o el Camarín de Candamo, niños y niñas tienen la posibilidad de participar en un taller en el que tienen la oportunidad de emular a aquellos artistas prehistóricos que hace más de 15.000 años pintaban en el interior de las cuevas las siluetas de animales como caballos, cabras, uros, renos o bisontes.
Los dos bisontes vistos más de cerca. FOTO: J. CASO |
Precisamente al parque tevergano acaban de llegar hace unos días una pareja de bisontes europeos que los visitantes pueden contemplar en una finca del recinto y que constituye un nuevo atractivo para este equipamiento cultural, junto a los dos caballos przewalski llegados el mes pasado a Teverga.
Allí pastan con la Peña Sobia al fondo unos animales muy representados por los hombres prehistóricos, algo que podemos constatar en el mismo Parque de la Prehistoria, no en vano tanto en la Cueva de Cuevas como en la propia Galería, podemos disfrutar de la réplica de algunas famosas pinturas rupestres que tienen al bisonte como principal protagonista, desde los de Altamira, a los de Niaux o los de Covaciella, con una antigüedad de unos 14.000 años. Cerrada al público desde que fuera descubierta en 1994, hasta ahora sólo era posible apreciar los bisontes de Covaciella en la réplica existente en el Parque de la Prehistoria. Sin embargo, a partir del 30 de marzo, cuando se inaugure en la Casa Bárcena de Carreña de Cabrales el Museo Enrique Herreros en los Picos de Europa, también se podrá disfrutar de estas pinturas rupestres a través de una segunda réplica del panel principal de Covaciella.
Bisontes de Covaciella en la réplica del Parque de la Prehistoria. FOTO: J. CASO |
Estos días, y al hilo de la reapertura experimental de la cueva de Altamira, vuelve a hablarse de las bondades de las réplicas y de las copias en el mundo del arte, sobre todo del prehistórico. El asunto mereció una doble página en el diario El País este sábado en su sección vida&artes bajo el título "Ante una gran copia, ¿quien añora un original? del que adjunto un enlace para que ustedes puedan disfrutarlo. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/03/07/actualidad/1394222230_387695.html
Copia de los bisontes de Altamira que hay en Teverga. FOTO: J. CASO |
Es verdad que ante la más simple y pequeña de las amenazas no resta más que preservar las pinturas originales y si hay que prohibir, restringir o limitar las visitas, no quedará otra. Todo sea por preservar un patrimonio tan sensible como el arte rupestre Pero que nadie pretenda decir que una réplica, en ocasiones, puede mejorar el original. Porque no es así. Visitar una cueva como la de Tito Bustillo, en Ribadesella, no es sólo contemplar un panel como el de los polícromos. Recorrer la gruta en su totalidad ya es de por sí una experiencia increible y cargada de sensaciones que cada uno percibirá a su manera. Está claro que eso no se recrea con ninguna copia de sus pinturas por mucha calidad y realismo que tengan. Que los tienen.
Otra cosa es que las réplicas nos permitan disfrutar de las pinturas sin miedo a deterioros con independencia del número que las visiten a diario. O que, como sucede con la réplica del camarín de Candamo que se muestra en Teverga, los visitantes puedan conocer una pintura que ya no existe en el panel original. Sencillamente porque se trata de una pintura que ha desaparecido desde que fuera descubierta hace cien años. Es ahí donde una copia cobra valor. Todo su valor. Y es ahí donde alguien como José Antonio Lasheras, director del Museo de Altamira, tal y como recoge el reportaje de El País, llega a defender la importancia de la réplica "para entender el original". Y añade que la Neocueva de Altamira "no es un sucedáneo. Incluso en cierto modo es más fiel a la cueva paleolítica que la propia original tal y como ha llegado a nuestros días".
Ahora bien, en mi modesta opinión, siempre que se pueda, las cuevas con pinturas rupestres han de ser visitadas. Con todas las limitaciones que se quiera y que impongan tanto el sentido común como el rigor científico. De esta forma estoy convencido de que algunas de las pinturas descubiertas en los últimos años seguirían igual de bien conservadas si hubieran podido ser visitadas por unas pocas personas, aunque fuera solo unos pocos días al año. De no ser posible, siempre nos quedan esas copias geniales como las de la Neocueva de Altamira, el Parque de la Prehistoria de Teverga, el Centro de Arte Rupestre de Tito Bustillo, la existente en San Román de Candamo o la que pronto abrirá en Carreña de Cabrales.
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