“La noticia del advenimiento de la República ha sido acogida en
Asturias con grandes muestras de júbilo”. Con este titular recogió
LA VOZ DE ASTURIAS el 15 de abril de 1931 la noticia de la
proclamación de la II República Española, un acontecimiento que
al igual que en el resto del país se celebró, tanto en Oviedo como
en el resto de la provincia, “dentro del mayor orden y el más
grande”, tal y como detallaba este diario a seis columnas.
En lo que atañe a Oviedo y tras advertir que lo sucedido en las
calles de la capital asturiana “no es distinto a lo registrado en
otros lugares de España”, la crónica de LA VOZ ofreció un
detallado relato de aquella jornada en la que, ya por la tarde,
Asturias festejó la llegada de un nuevo régimen; un día en el que,
como dejó escrito un periodista de LA VOZ, “lo verdaderamente
importante, y ante lo que nos sentimos vivamente complacidos como
ovetenses y como asturianos, es que en ningún momento se ha alterado
la paz pública. Y con paz por delante pueden esperarse cosas
provechosas”, apuntó esperanzado el periodista que relató como
vivió esta región la proclamación de la II República.
Tuvo que ser frenética la actividad vivida en el seno del comité
provincial revolucionario reunido ya desde por la mañana. Su
delegado Amador Fernández se mantuvo en comunicación con la Casa
del Pueblo de Madrid para recabar información y recibir órdenes
mientras en las calles crecía y crecía el ambiente festivo de la
mano de los estudiantes de la Universidad, los primeros en salir a la
calle a celebrar el cambio de régimen. Ya por la tarde, “el comité
central contestó que el rey había denunciado a la corona de España”
y que Niceto Alcalá Zamora era el presidente del nuevo Gobierno
Provisional. Por lo tanto las órdenes eran posesionarse del Gobierno
Civil, de la Diputación y el Ayuntamiento”. A las cuatro de la
tarde un grupo de manifestantes, que ya portaba banderas
republicanas, se dirigió al Palacio provincial, la sede del actual
Parlamento asturiano. Representantes de los manifestantes pasaron al
interior para salir después al balcón principal donde izaron la
bandera republicana “entre vítores y aplausos entusiásticos”. A
continuación hubo un discurso que terminó “con vivas a la
república, España y otros, ahogados con los vítores y los aplausos
prolongadísimos”.
De la Diputación los manifestantes se dirigieron a la plaza del
Ayuntamiento. Al comprobar que ya ondeaba la bandera republicana, la
multitud optó por dirigirse al Gobierno Civil, “uniéndoseles en
la Universidad grupos de estudiantes tremolando las banderas de las
facultades”. El júbilo, con más aplausos y vivas a la República,
creció aún más cuando los manifestantes vieron aparecer en uno de
los balcones al socialista Teodomiro Menéndez y otros miembros de la
conjunción republicano-socialista. El comité provincial estaba ya
en el Gobierno Civil con la intención de dar cumplimiento a las
órdenes llegadas desde Madrid: que Teodomiro Menéndez se hiciera
cargo del Gobierno Civil y Sergio Sampil de la Diputación, algo que
aún se demoró unas horas ante la negativa del gobernador civil, el
señor Rosón, quien adujo que “aún no tenía órdenes superiores
para hacer entrega del cargo a nadie”. Lejos de abandonar el lugar,
los miembros del comité provincial revolucionario y concejales
electos optaron por reunirse en uno de los salones del Gobierno Civil
bajo la presidencia de Teodomiro Menéndez. En aquella reunión,
según el relato de LA VOZ DE ASTURIAS, “se trató, entre otras
cuestiones, de la manera de comunicarse con el resto de la provincia
y disponer que dentro del mayor orden se fuesen posesionando de los
Ayuntamientos”. A continuación constituyeron el nuevo Ayuntamiento
de Oviedo y “por unanimidad”, todos los presentes designaron como
alcalde de Oviedo al republicano Luis Laredo. Y mientras permanecían
reunidos se recibían adhesiones, como las del personal de Correos y
Telégrafos en las que “incluso se facilitaron datos de
comunicaciones entre el personal de Telégrafos de esta estación con
las de otras del resto de España confirmando que la República había
sido proclamada en las principales provincias”. En aquella reunión
Teodomiro Menéndez apostó por garantizar el orden público. Y si
bien se mostró a favor de “dar al pueblo el máximo de libertades”
para celebrar la llegada de la República también apostó por
“reprimir con energía a quienes al amparo de estas libertades
pretendan realizar hechos de bandidaje”. En aquel momento eran ya
miles de personas, algunas fuentes hablan de 4.000, las que se habían
concentrado ante el Ayuntamiento de Oviedo, hacia donde tuvo que
partir el nuevo alcalde, Luis Laredo, para “aplacar la impaciencia
de aquellos manifestantes”.
Mientras tanto, desde uno de los balcones del Gobierno Civil,
Teodomiro Menéndez se dirigió a la multitud. En su discurso, el que
fuera primer gobernador civil de Asturias durante la II República se
felicitó de cómo el nuevo régimen había sido proclamado en España
“sin necesidad de que se mancharan las calles con una sola gota de
sangre”. Y al mismo tiempo Menéndez aconseja prudencia para que
nadie “deshonre” al nuevo régimen y pide “sensatez y cordura”
en estos primeros momentos de la República. “El ciudadano, con el
nuevo régimen, tendrá libertad de conciencia, de opinión, derecho
de reunión. Pero tened presente que el que robe, el que asesine, el
que atropelle la propiedad particular, será juzgado
inexorablemente”, afirmó Teodomiro Menéndez en un discurso que
deja patente el carácter democrático de la incipiente República. A
la espera de que llegase desde Madrid, no sería hasta por la noche,
la confirmación oficial de su nombramiento como Gobernador Civil,
Menéndez dejó claro que sería un encargo provisional, con el que,
añadió, “procuraré encauzar las cosas por su verdadero camino.
Pero en tal puesto habré de durar muy poco; los de la conjunción no
venimos con ganas de mando, venimos sencillamente a recoger los que
nos pertenecía y lo que tantos años recabamos en la calle, en
mítines, en todas partes. Y, ahora, después de mostrar el natural
regocijo, a disolverse, dedicándose a las naturales diarias
distracciones”, concluyó Teodomiro Menéndez, cuyo discurso fue
seguido de “prolongados aplausos y Vivas a la República”.
Mientras tanto en el Ayuntamiento de Oviedo la llegada de las nuevas
autoridades republicanas con el nuevo alcalde a la cabeza, Luis
Laredo, fue recibida con “grandes vítores” y más aplausos, que
fueron a más cuando Laredo salió al balcón del ayuntamiento y fue
presentado a los ovetenses por el José Bulla Rodino, quien hubo de
interrumpir su discurso al paso por la plaza del ayuntamiento de un
entierro ante el que el público respondió con un el “mayor de los
silencios”. Una vez desaparecido el cortejo fúnebre Buylla pudo
continuar con su intervención. Al concluir pidió a los
manifestantes que se disolvieran dentro del “mayor orden”. Antes
las nuevas autoridades tuvieron dar explicaciones a los asistentes
que reclamaban “a todo trance el retrato del rey”. Y para calmar
los ánimo, como cuenta LA VOZ “el orador les dijo que ya se había
quitado de la presidencia del salón y llevado a la trastera”.
Posteriormente quedó constituida la nueva corporación municipal
bajo la presidencia de Luis Laredo, quien asumió la alcaldía ya de
forma efectiva al día siguiente.
Manifestaciones y cierres comerciales
La animación en las calles para festejar la llegada de la República
se hizo más patente en Oviedo a partir de las seis de la tarde tras
echar el cierre “la mayoría de los almacenes” y muchos de los
comercios de la capital asturiana. Según el relato de LA VOZ, “De
todas partes, sin saber donde y como se formaban, aparecían
afluyendo a la calle de Uría nutridas manifestaciones. La cordura
seguía imperando. Solo se escuchaban vivas a la República, que eran
contestados entusiásticamente”. A las seis y media, por la calle
Argüelles discurrió una manifestación “nutridísima” según la
crónica de este diario. A la cabeza de la marcha, los manifestantes
portaron la nueva enseña nacional tricolor, mientras que en un
camión “iban todas las banderas de las distintas sociedades
obreras” locales. Por delante del vehículo una pancarta donde se
podía leer también “Viva Rusia”. También se encargaron de
animar el ambiente los trabajadores de Correos, cuyos vehículos
oficiales llevaban a la vista la bandera republicana. En ningún
momento hubo incidentes en Oviedo durante la jornada de proclamación
de la República, si bien ante la Diputación el nuevo presidente,
Sergio Sampil, hubo de pedir la retirada de varios agentes de la
Guardia Civil, que en un primer momento parecían dispuestos a
impedir que los manifestantes colocasen la nueva bandera en el
Palacio Provincial, siguiendo órdenes del gobernador saliente, un
gesto que le fue reprochado por Teodomiro Menéndez ante la confusión
creada. Oviedo era una fiesta animada por la Banda de Música del
Hospicio Provincial, después de mucho insistir por parte de un grupo
de manifestantes que querían poner música a la llegada a la II
República. Mientras tanto, y en un “concurridísimo Gobierno
Civil”, en el que el público llegó a invadir el despacho de su
titular y mientras allí permanecían los miembros del comité
revolucionario, la tarde discurría sin que el gobernador civil
monárquico, Rosón, acabara de formalizar el traspaso de poderes a
Teodomiro Menéndez, aduciendo siempre el primero que llegaban
órdenes concretas de Madrid. En su recorrido por las calles de
Oviedo, aquella tarde del 14 de abril, grupos de jóvenes se
encargaron de rebautizar las calles “que llevaban nombres de
personas de la Dictadura, rompiendo las placas y sustituyéndolas por
letreros con nombres de las víctimas de la sublevación de Jaca”.
Por otra parte una comisión de las fuerzas republicano-socialistas
de Gijón acudió al Gobierno Civil para solicitar la puesta en
libertad de los presos políticos, una petición que se atendió tras
encontrar las nuevas autoridades una fórmula legal. Mientras tanto
en su edición del 15 de abril LA VOZ también incluyó
declaraciones del nuevo presidente de la Diputación, Sergio Sampil,
quien tras expresar su confianza en los funcionarios provinciales,
mostró su satisfacción “por ponerme al servicio de la República.
Ya de noche el gobernador civil cesa en su cargo, que pasa a ser
asumido por el socialista Teodomiro Menéndez, quien informa al nuevo
ministro de la Gobernación, Miguel Maura. Ahí surgirá otra de las
anécdotas del día que el telegrama de Menéndez se cruza con una
circular del ministro en la que ordenaba que todos los Gobiernos
civiles fuesen asumidos por los presidentes de las Audiencias. En el
caso de Asturias Teodomiro Menéndez, una vez enterado, comunicó la
orden al señor Prendes Pando y a las once y media de la noche el
presidente de la Audiencia Provincial se hizo cargo del mando de la
provincia.
Por lo que se refiere al resto de Asturias, y con el mismo clima de
tranquilidad y fiesta, la proclamación de la II República fue
acogida con el mismo entusiasmo, un acontecimiento que contribuyó a
difundir LA VOZ DE ASTURIAS, tal y como se recoge en su edición del
15 de abril. “La noticia del cambio de régimen la fuimos
comunicando a los corresponsales de los pueblos dotados de línea
telefónica, y estos nuestros colaboradores la expandieron por entre
los vecindarios respectivos, causando mucha emoción en todas
partes”. Además las llamadas a la sede del periódico, de Oviedo y
de otros lugares de Asturias, fueron “incontables” a lo largo de
aquel histórico 14 de abril, una noticia que algunos no acababan de
creerse. “No faltaron los incrédulos que insistían en la pregunta
y requerían detalles de todo género”, recoge LA VOZ, que recuerda
aquella jornada como “larga y fatigosa, aunque todo el esfuerzo lo
damos por bien empleado en obsequio de nuestros lectores y amigos”.
En Gijón la crónica de LA VOZ destaca la presencia de gente en la
calle “desde las primeras horas de la mañana” a la espera de
acontecimientos. “Enorme gentío invadió la calle Corrida y la
plaza del Carmen, estacionándose ante el Círculo Republicano
Federal en la confianza de que allí se recibirían noticias de
Madrid. Los gritos de Viva de la República se dejaron oír cuando se
supo que el último Gobierno de Alfonso XIII tenía prevista la
convocatoria de unas Cortes Constituyentes. Tras aquello, en la calle
Corrida se organizó la manifestación “engrosada por miles de
almas”, que se dirigió a la plaza del Ayuntamiento. A la cabeza
marcharon varios de los concejales electos que formaban parte de la
coalición republicano-socialista. Ya en el ayuntamiento, una
comisión encabezada por Dionisio Morán Cifuentes trasladó al
alcalde “la protesta del pueblo de Gijón ante el anuncio de que se
intentaba dilatar la resolución inevitable del cambio de régimen,
acudiendo a la convocatoria de Cortes Constituyentes”, una fórmula
que se descartaba en aquel momento tras las elecciones municipales
celebradas dos días antes. Aquella comisión demandó al regidor
gijonés que “comunicase al Gobierno el deseo terminante del pueblo
de que se proclamase la República sin más trámites en bien de la
tranquilidad y el orden”. Acto seguido los miembros de la comisión
salieron al balcón del consistorio gijonés desde donde Morán
Cifuentes trasladó a la multitud el deseo de los gijoneses de que se
proclamara la República, algo que no tuvo lugar en la Villa de
Jovellanos hasta las cinco de la tarde después de que en las
pizarras de los periódicos apareciera la noticia de la abdicación
del rey.
LA VOZ informó a un periódico de Portugal
Eran las nueve y media de la noche del 14 de abril cuando la cabina
de comunicaciones de LA VOZ DE ASTURIAS avisa a la redacción que, de
las múltiples llamadas recibidas, hay una de Portugal, que arranca
con una saludo “en luso mezclado con castellano”. ¿De quien se
trataba? “Era un periodista del diario O’ Seculo que inquiere
noticias de la proclamación de la República en Oviedo. Le damos las
que tenemos, insistiendo repetidas ocasiones que en esta provincia la
tranquilidad es absoluta”.
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