El retrato de la Santina y varias fotos de Villarmil ocupan la portada del libro. FOTO: J. G. CASO |
Por JAVIER G. CASO:
En
el año del triple centenario Covadonga 2018, en septiembre
veía la luz “La Covadonga que transformó Sanz y Forés.
Fotografías de José Ramón Alonso Villarmil en 1865”. El
libro, editado por el Ayuntamiento de Cangas de Onís es todo un
viaje en el tiempo visual hasta aquella Covadonga de mediados del
siglo XIX, entonces un santuario sumido en un evidente abandono.
Y
nos asomamos al Real Sitio gracias a una decena de instantáneas del
fotógrafo cangués José Ramón
Alonso Villarmil que, más allá de su calidad, nos permiten percibir
cómo era aquel lugar en el que, a los pies del monte
Auseva, sobresalía el basamento del proyecto
neoclásico del arquitecto Ventura Rodríguez que, afortunadamente,
nunca llegó a ejecutarse, además de la Santa
Cueva y la Colegiata
de San Fernando, por aquel entonces el
edificio de mayores dimensiones de Covadonga. El resto de
edificaciones eran algunas que aún siguen en pie como las casas de
los músicos o de los beneficiados o el mesón de Campomanes, junto a
otros ya desaparecidos como las antiguas casas de los canónigos
ubicadas en la parte alta más del santuario. Fue aquella Covadonga
un tanto decrépita la que conoció el obispo Benito
Sanz y Forés en su visita de 1872, un acontecimiento que marcó un
antes y y un después en la historia del Real Sitio. Aquel obispo
valenciano se empeñó, y lo logró, en engrandecer y transformar
Covadonga. En la cueva se levantó el camarín
de Frassinelli, que se mantuvo hasta pasada
la Guerra Civil española y, también por iniciativa suya, comenzó
la construcción de la basílica en el cerro del Cuetu, unas obras
que, tras muchos años, no finalizaron hasta 1901, año de la
inauguración del nuevo templo. La decena de fotos de Alonso
Villarmil que ilustran este libro nos permiten pasear por aquella
Covadonga que tuvo en el cangués al primer fotógrafo profesional
que vendió fotos del Santuario y de la propia Santina. No queda más
que dar las gracias al Ayuntamiento de Cangas de Onís por su
publicación, que es fruto del trabajo desinteresado y entusiasta de
Francisco Pantín,
Javier Remis y de
Jesús Prieto Aza,
bisnieto de José Ramón Alonso Villarmil, quien en su día permitió
a los miembros de la desaparecida Asociación Cultural Abamia
acometer la digitalización del fondo fotográfico de su antepasado;
unas fotos que ahora disfrutamos en este libro en el que junto al
catalogo comentado de las instantáneas, se incluyen sendos
artículos, tan amenos como documentados, sobre Covadonga y Villarmil
escritos por Remis y Pantín.