El escritor y naturalista Ignacio Abella publica "Árboles de Junta y Concejo. Las raíces de la comunidad"
Portada del último trabajo de Ignacio Abella. FOTO: J. CASO |
La publicación permite conocer unos árboles emblemáticos, en muchos casos centenarios, y tan queridos como maltratados
Por JAVIER G. CASO
En estos
tiempos de Internet, de redes sociales y relaciones virtuales, hay
quien como Ignacio Abella centra su atención en aquellos árboles
que, durante siglos y siglos, fueron testigos del devenir diario de
las comunidades locales hasta el punto de llegar a convertirse, en
muchos, en verdaderos símbolos o tótems. Los mismos bajo los que
muchos pueblos se reunían para tratar, discutir y acordar todos
aquellos asuntos que los concernían.
Editado
por Libros del Jata, el nuevo trabajo del naturalista y escritor
Ignacio Abella lleva, precisamente, por título "Árboles de Junta y
Concejo. Las raíces de la comunidad". Hablamos de unos árboles que
fueron testigos mudos de la historia local. Por sus páginas desfilan
robles, texos, olmos... Son más de un centenar los árboles citados
en este libro, repartidos por la práctica totalidad de las
comunidades autónomas españolas, de Portugal, nuestro vecino
peninsular, así como de otros países europeos como Francia, Italia
o Bélgica. No faltan tampoco menciones y referencias a otras partes
del mundo. Y es que la figura del árbol de la palabra está muy
presente en todo el planeta, asegura Abella. Desde la península
arábiga al continente africano, América Central y del Sur o
Australia. El objetivo del libro es recoger la memoria de todos esos
árboles bajo cuyo ramaje se tomaron todo tipo de decisiones en el
ámbito local o, como mucho comarcal. En concejo público o junta.
Unas reuniones que tienen lugar desde tiempos inmemoriales, desde
mucho antes que existieran las casas consistoriales o los juzgados.
Asegura Abella que su libro es algo así como “un catálogo o
inventario de la memoria, una crónica de la relación entre los
seres humanos y los árboles”.
Afincado
en Asturias desde hace más de 25 años, Ignacio Abella inició sus
trabajos de campo, sus estudios, acerca de los árboles de concejo
allá por 1990. Muchos de los reseñados en su libro son árboles que
se reparten por distintos pueblos, aldeas y rincones del Principado
de Asturias, una región que, asegura el escritor, conserva muy viva
la memoria de esos árboles de reunión y comunidad, de hecho aún
hay gente mayor que recuerda perfectamente haber asistido a estos
concejos. Así nos habla de árboles como el desaparecido texu de
Seloriu (Villaviciosa) o el rebollo de Bermiego, caído en abril de
2014, de la texona de Bermiego, los texos de Mier, Melendreros o
Santibáñez. O los tres texos de Abamia. De ellos, el más grande y
antiguo, con más de 400 años de historia, es el que se asienta más
cerca de la iglesia románica de Santa Eulalia de Abamia, en la que
según la tradición fue enterrado el rey Pelayo. La iglesia se
levanta en un lugar que albergó enterramientos en tiempos
prehistóricos, un dolmen del que se conserva una única pieza, una
losa u ortostato que se expone en el Museo Arqueológico Nacional, si
bien Cangas de Onís existe una reproducción de esa piedra decorada
con lo que se denominó como el ídolo de Abamia. Quien
sabe si los texos que rodean el lugar donde se levantó el dolmen son
herederos de otros árboles anteriores que allí pudieron existir ya
desde tiempos prehistóricos y bajo los que ya se reunirían quienes
entonces habitaban el valle del Güeña.
Vista del texu principal de Abamia, junto a la iglesia románica. FOTO: J. CASO |
Pero
estos árboles que, en su día jugaron un papel capital y que eran
territorio “de la identidad, lo afectivo y natural, de los vivido y
lo experimentado”, como escribe Ignacio Abella han ido perdiendo
utilidad. Llegaron los ayuntamientos y fueron acabando con aquel
sistema asambleario celebrado en campo abierto y bajo la copa de
estos arbolones. Además,
y aunque resulte paradójico, en las páginas de su libro Abella da
cuenta del maltrato sufrido por muchos de estos árboles totémicos,
a causa de un mal entendido urbanismo que se ha llevado por delante
sus entornos, los lugares en los que se levantan. Obras como las
ejecutadas en Abamia, con zanjas que cercenaron las raíces de los
tejos. O en Vidiago, donde su tejo agónico no ha podido recuperarse
cuando años atrás echaron alquitrán a su alrededor. Hasta el mismo
tronco. Sin dejarle un mínimo alcorque.
Zanjas que afectaron a las raíces de los texos de Abamia. FOTO: J. C. |
De esos ataques no se libra
ni el árbol de Guernica como relata Abella. Han sido varios los
ejemplares de roble que allí se levantaron desde el árbol viejo al
proclamado como árbol del siglo XXI, si bien “la progresión de la
longevidad viene siendo asombrosamente descendente, desde los 150
años del árbol viejo, a los 43 del nuevo y una década para el
penúltimo”. Y es que como bien apunta Abella, mientras el tronco
del árbol más antiguo es tratado y está expuesto como una
reliquia, a los árboles de Guernica vivos de ese mismo linaje “se
les somete a una incesante tortura. ¿Aprenderán las futuras
generaciones a convivir con viejos árboles? ¿Durará el árbol del
siglo XXI siquiera lo que queda de siglo?
Aunque
más allá de recuperar su memoria, el libro tiene mucho de elegía,
de oración fúnebre por esos árboles de concejo ya desaparecidos,
Abella no deja de reivindicarlos e invita a plantar nuevos ejemplares
por los pueblos. Con independencia de que los hubiera habido o no.
Este escritor y naturalista está convencido de que, con el tiempo,
el nuevo árbol “acabará reuniéndonos”. Y es que además de
reivindicar la figura del árbol de junta o concejo, Abella también
defiende la necesidad de recuperar este tipo de reuniones “como
espacios de soberanía local”.
Finalmente
la publicación concluye con una nueva llamada a concejo para
completar la memoria, incompleta como casi todas, de estos árboles.
Por eso Abella solicita que quien lo desee le remita cualquier
testimonio e información acerca de otros ejemplares que no están
incluidos en su publicación y que también jugaron ese papel de
centros de reunión. Con ese objeto el libro incluye un cuestionario
que, junto a imágenes, se puede remitir a arboldejunta@gmail.com
incluyendo datos como una breve reseña del árbol en cuestión y sus
funciones, datos del informante, documentación, relatos de la
tradición...Así, al igual que sus raíces sustentaban a estos
árboles de la palabra, la Red también puede jugar un papel
importante a la hora de ir sumando nuevos testimonios relativos a
estos árboles