Hablando del Concurso Exposición de Quesos de los Picos de Europa, de su historia y de sus protagonistas, los quesos de Gamonéu, los Beyos y Cabrales, en el salón de actos del Ayuntamiento de Cangas de Onís
Un momento de la lectura del pregón. FOTO: ANDRÉS G. CARRETERO |
Bajo estas líneas reproduzco íntegro el pregón del LXXIV Concurso Exposición de Quesos de los Picos de Europa que tuve el honor de leer el pasado viernes en el salón de actos del Excelentísimo Ayuntamiento de Cangas de Onís y que quiero compartir con todos los que seguís EL AUSEVA DIGITAL.
PREGÓN SEPTUAGÉSIMO CUARTA (74) EDICIÓN CONCURSO
EXPOSICIÓN DE QUESOS DE LOS PICOS DE EUROPA
Buenas tardes. Señor alcalde, concejales, amigos todos.
Vaya por delante mi agradecimiento hacia los
responsables de este Ayuntamiento de Cangas de Onís, en especial a su concejala
de Cultura, Mari Fe Gómez, por haber pensado en mi y por haberme invitado a dar
este pregón de unos actos que, un año más y por estas fechas de octubre,
convierten a esta ciudad de Cangas de Onís en capital quesera de Asturias. Y
¿Por qué no decirlo? De toda España.
Superada la sorpresa y el susto inicial, acepté la
invitación y aquí estamos; en este salón de actos de nuestra casa consistorial.
Agradezco la asistencia de todos ustedes y apelo a su indulgencia ya que es la
primera vez que voy a ejercer de pregonero. También quiero dar las gracias a
Kennedy Trenzado, responsable del Archivo Municipal, a Pachu González Remis y a
Paco Pantín, por su ayuda y la documentación que me facilitaron para preparar
este pregón.
Tenemos por delante dos fines de semana cargados de
actividades y de quesos, que arrancaron ya este miércoles con el concurso de
pinchos al Gamonéu que organiza la Cofradía de Amigos de nuestra joya gastronómica por excelencia. Y
seguimos mañana y pasado, 4 y 5 de octubre, con la Feria Regional de Quesos,
que este año cumplirá su undécima edición.
He de decir que es este un acontecimiento que al
principio me suscitó ciertas dudas. Sobre todo porque al celebrarse justo el
fin de semana anterior al Día del Pilar, incluso tuvo lugar la víspera algún
año, siempre pensé que la feria quedaba demasiado pegada al Concurso Exposición
de Quesos de los Picos de Europa. Por eso me preguntaba: ¿No sería mejor
separar un poco ambos actos en el calendario?, siempre eso sí, dentro de esta época
del año. Mi temor era que la feria pudiera empañar, o hacer de menos, a nuestro
histórico certamen quesero abierto, como bien saben todos ustedes, a las
variedades de Gamonéu, Cabrales y Beyos, los tres grandes quesos de la comarca
asturiana de los Picos de Europa. A estas alturas está claro que la feria no ha
dejado de crecer y de consolidarse año tras año: En 2013 concurrieron 32
elaboradores que representaban a muchos de los quesos de esta zona oriental de
Asturias. Por eso, tras constatar que los queseros, sus principales
protagonistas, están contentos en cuanto a las ventas, no me queda otra que
aplaudir la idea de su puesta en marcha y desearle larga vida a esta Feria
Regional de Quesos de Cangas de Onís.
Pero lo que me motiva de este pregón es, sin duda
alguna, hablar del Concurso Exposición de Quesos de los Picos de Europa, dicen
que el decano de cuantos concursos queseros se celebran en nuestro país.
Alcanzará el próximo día 12 de octubre, Festividad de la Virgen del Pilar, su
edición número 74, los mismos años que tiene mi padre si se me permite
mencionar esta casualidad. Y el año que viene cumplirá sus Bodas de Platino. En
cuanto a sus orígenes “en 1940 un entusiasta alcalde de esta pequeña gran
ciudad creó una feria- concurso para fomentar el interés no sólo del productor,
sino también del consumidor, acerca de los tres quesos trabajados en la
comarca: Cabrales, Gamonedo y Los Veyos”, que de aquella se escribían con V.
Vayan ustedes a saber por qué. Así se puede leer en un amplio artículo a dos
páginas, ilustrado con varias fotos a todo color y publicado el 6 de noviembre
de 1971, por el semanario Blanco y Negro, suplemento dominical del
diario madrileño ABC. El titular del artículo decía así: “La
Feria- Concurso de Cangas de Onís. Los quesos asturianos de montaña”. Aquel
alcalde citado en el reportaje no era otro que Emilio Antonio González-
Capitel, más conocido como Antón Capitel.
Por mi trayectoria profesional han sido muy pocas las
ocasiones en las que me he perdido el certamen quesero del Pilar. Es de esos
días del año que para un periodista local, para un corresponsal, como es mi
caso; si o si, toca trabajar. Aunque con gusto. Supongo que por el queso. Además en 2006 tuve ocasión de informar de
la histórica presentación de los primeros quesos de Gamonéu ya etiquetados, y
contra etiquetados, al amparo de la Denominación de Origen Protegida.
Pero como cangués, y desde un plano más personal, este
día, el del Pilar, el de la Feria de Otoño en Cangas, me trae muchos recuerdos.
Echo la vista atrás y me veo de críu acompañando a mi padre a comprar queso.
Íbamos aquí al lado, a los desaparecidos Jardines del Ayuntamiento. Porque de
aquella el Concurso de Quesos de los Picos de Europa se celebraba en el
soportal que recorre toda la fachada del antiguo internado femenino, actual edificio multiusos que acoge desde el
Hogar del Jubilado, a las oficinas de Incatur, la Denominación de Origen Gamoneu, la empresa
municipal de agua, la Escuela de Música, el INEM o la Recaudación. Entre
columna y columna de ese alargado porche iban uno o dos puestos de venta de
quesos de las tres variedades presentes en este concurso desde el primer día.
En casa el Gamonéu siempre ha sido nuestro queso preferido y con mi padre,
antes de que se decidiera por una u otra pieza, probábamos los quesos de, entre
otros, Paulino Alonso o Artemio Asprón, dos insignes maestros del Gamonéu ahora
jubilados después de toda una vida como pastores elaborando quesu en el puertu.
Por lo general marchábamos para casa con una buena porción de Gamonéu. Si no te
decidías por una cuña que ya estuviera sobre el mostrador, te abrían un queso.
Lo probabas y apreciabas su corte y su aspecto. Y te decidías por uno con más o
menos cardenillu. Eso ya es cuestión de gustos, supongo. Y te ibas
contento y feliz porque te llevabas un verdadero manjar del que dábamos cuenta
en unos pocos días. ¡Que pena cuando se acababa! Porque entonces no era tan
fácil como ahora comprar queso de Gamonéu, que está presente en todos los
comercios del ramo. De aquella sabías que, después del Pilar, ibas a pasar una
buena temporada hasta que lo pudieras volver a degustar. En aquellos años aún
no había pesas electrónicas ni digitales y, llevases lo que llevases, el queso
se pesaba con la romana, una imagen preciosa, hoy casi desaparecida de ferias y
mercados. Hacíamos lo que, en mayor o menor medida, hacían y siguen haciendo
muchas familias de Cangas de Onís y de los concejos vecinos. Cumplir con la
tradición de comprar algo de quesu el Día del Pilar.
Eran aquellos unos certámenes que tenían entre su
jurado a gente entendida en quesos de la sociedad local. Como los fallecidos
Juan Casero, Leandro el de Intriago o Quilo el queseru. Pero había otros que no eran de Cangas Era el caso
del que fuera alcalde de Amieva, Ángel Collado, también fallecido hace años. El
puesto de algunos de aquellos jueces que ya no están entre nosotros lo han
ocupado sus hijos, como María Jesús o Berta, hijas de Quilo. O Leandrín y
Federico, hijos de Leandro. Junto a ellos todavía hay veteranos que siguen como
jurado en la actualidad. Es el caso de Luis Vega, de Corao. Otra persona que
lleva muchos años como juez es Dionisio Cifuentes. Cuando yo era crío, y hasta
no hace demasiados años, el jurado del concurso de quesos del Pilar se reunía a
puerta cerrada a deliberar en una sala del internado. Hoy eso ha cambiado.
Desde hace poco, y al igual que sucede en el certamen del Cabrales, esas
deliberaciones se hacen ante el público, en la misma carpa donde tiene lugar la
exposición y venta. Así los asistentes pueden ver a los miembros del jurado
mientras huelen, prueban, saborean y evalúan los quesos presentados a concurso.
Es una de esas estampas curiosas que llaman la atención. Por eso, como hice en
su momento, vuelvo a aplaudir esa decisión de sacar al jurado de su encierro
para que trabaje a la vista de todos los que acuden al certamen.
En cuanto a los entresijos del concurso, según algunos
datos que he podido consultar, en 1969 cada quesero entregaba una muestra “no
inferior a 200 gramos de peso”, cantidad que ha ido en aumento con el paso de
los años. Así, en 1972 los participantes tenían que entregar a la organización
una muestra de no menos de 400 gramos para los quesos de Gamonéu y Cabrales. Si
eran de los Beyos, media pieza. En la actualidad la muestra para el concurso es
un queso de 2 kilos si hablamos de Cabrales y Gamonéu. Y dos piezas, que vienen
a sumar unos 600 gramos, si es de queso de los Beyos. Los encargados de recoger
las muestras siempre fueron los trabajadores municipales. Hay una preciosa fotografía
de los años 60 en la que podemos ver cómo esa labor la hacía un policía
municipal. De uniforme y todo. En aquella ocasión se trataba de Manuel González Nicolás, Manolo el de
Cuatro Caminos. Se le ve retirando una muestra de queso acompañado de un funcionario
que tomaba nota. Y que no era otro que Juan Antonio Vega Díaz, Toño, quien años
más tarde, entre 1983 y 1988 fue nuestro alcalde.
Respecto a su lugar de ubicación, en los últimos años bajo una gran carpa por lo que pueda pasar, sobre todo desde aquel gran chaparrón que cayó en el año 2000 y que deslució la fiesta, el Concurso Exposición de Quesos de los Picos de Europa ha vuelto a celebrarse aquí, al lado del ayuntamiento. En la plaza. Según las hemerotecas desde 1997. Pero antes se celebraba en la Plaza del Mercau, delante de la guarnicionería de Gerardo, del bar de Candita y de la pescadería de Koype, tres negocios que ya no existen. Los queseros exponían su producto bajo unos toldos alargados donde se disponían los puestos. Mientras, en los soportales del Palaciu Pintu, coincidiendo con la Fiesta del Pilar, en el marco de la Feria de Otoño, cayera el día que fuese, se celebraba, al igual que ahora, un mercado. Un grandísimo mercado. Algunos años el segundo de la semana y mucho mejor que el de cualquier domingo aunque este hubiera tenido lugar la víspera del Pilar. Siempre con muchísimos puestos. De todo tipo. En esta época del año siempre se veían y se ven muchas avellanas y nueces, además de otros de productos de temporada.
Como me decía el otru día Chilín el confiteru, en el mercau del Día del Pilar nunca faltaban los charlatanes de feria, a los que recordaba de cuando era críu. En mi infancia también los había. Como los turroneros y algún otro. De todos ellos había uno que a los críos de Cangas nos llamaba mucho la atención. Era un paisano vestido de explorador africano, con su guerrera, sus pantalones cortos y tocado con el salacot, el típico sombrero propio de los safaris. Bajo una gran sombrilla vendía bolígrafos y rotuladores de la marca Carioca. Se hacía llamar, vayan ustedes a saber por qué, el Emperador del Bolígrafo y solo se dejaba ver por aquí el Día del Pilar. Con un micrófono colgado al cuello ofertaba a voz en grito lotes que iba componiendo con distintos tipos de bolis. Adornaba su puesto, supongo que para darse lustre, con fotos suyas rodeado de animales de la sabana africana, como serpientes, elefantes o leones. A la vista de unos críos como éramos nosotros, aquellas imágenes hacían aún más legendario a aquel vendedor ambulante que parecía un explorador de las pelis de Tarzán.
Respecto a su lugar de ubicación, en los últimos años bajo una gran carpa por lo que pueda pasar, sobre todo desde aquel gran chaparrón que cayó en el año 2000 y que deslució la fiesta, el Concurso Exposición de Quesos de los Picos de Europa ha vuelto a celebrarse aquí, al lado del ayuntamiento. En la plaza. Según las hemerotecas desde 1997. Pero antes se celebraba en la Plaza del Mercau, delante de la guarnicionería de Gerardo, del bar de Candita y de la pescadería de Koype, tres negocios que ya no existen. Los queseros exponían su producto bajo unos toldos alargados donde se disponían los puestos. Mientras, en los soportales del Palaciu Pintu, coincidiendo con la Fiesta del Pilar, en el marco de la Feria de Otoño, cayera el día que fuese, se celebraba, al igual que ahora, un mercado. Un grandísimo mercado. Algunos años el segundo de la semana y mucho mejor que el de cualquier domingo aunque este hubiera tenido lugar la víspera del Pilar. Siempre con muchísimos puestos. De todo tipo. En esta época del año siempre se veían y se ven muchas avellanas y nueces, además de otros de productos de temporada.
Como me decía el otru día Chilín el confiteru, en el mercau del Día del Pilar nunca faltaban los charlatanes de feria, a los que recordaba de cuando era críu. En mi infancia también los había. Como los turroneros y algún otro. De todos ellos había uno que a los críos de Cangas nos llamaba mucho la atención. Era un paisano vestido de explorador africano, con su guerrera, sus pantalones cortos y tocado con el salacot, el típico sombrero propio de los safaris. Bajo una gran sombrilla vendía bolígrafos y rotuladores de la marca Carioca. Se hacía llamar, vayan ustedes a saber por qué, el Emperador del Bolígrafo y solo se dejaba ver por aquí el Día del Pilar. Con un micrófono colgado al cuello ofertaba a voz en grito lotes que iba componiendo con distintos tipos de bolis. Adornaba su puesto, supongo que para darse lustre, con fotos suyas rodeado de animales de la sabana africana, como serpientes, elefantes o leones. A la vista de unos críos como éramos nosotros, aquellas imágenes hacían aún más legendario a aquel vendedor ambulante que parecía un explorador de las pelis de Tarzán.
Un grupo de elaboradores, con sus quesos, en el Campu S. Antonio. FOTO: ARCHIVO PEPILLO REMIS |
Cartel del LXXIII concurso del Pilar. |
En 1942 la corporación canguesa remitía el 22 de
octubre una nota de gratitud a la Diputación Provincial después de que esta le
hubiera concedido una subvención de 1.000 pesetas para sufragar los premios
tanto del concurso de sementales como del de quesos “fabricados en los puertos”
en sus tres modalidades: Cabrales, Gamoneu y Beyos. En 1953, según un folleto
informativo editado por el ayuntamiento, sabemos que en el concurso de quesos
se entregaron 1.550 pesetas en premios, una cantidad muy por debajo de lo que
se repartió en el concurso de ganados. Los ganadores en las modalidades de
Gamoneu y Cabrales se llevaron 250 pesetas, 50 más que el mejor elaborador de
los Beyos. Entonces los premios se daban a lotes “mínimos” de cinco quesos cada
uno. En 1969 los premios en metálico ya
sumaron 5.250 pesetas y el ganador de
cada variedad, esta vez sin distingos, se llevó 1.000 pesetas y un trofeo. El
presupuesto para premios no dejó de incrementarse y así, al menos entre 1972 y
1974, cuando ya había dejado de organizarse el concurso de ganados, en el de quesos se repartieron 19.500 pesetas
en metálico, con un primer premio de 3.500 pesetas y trofeo para las tres
variedades. En la actualidad el presupuesto para premios se eleva hasta los
2.000 euros, además de varios trofeos.
Y si esa partida presupuestaria se incrementó con el paso de los años, qué decir del precio de los quesos. A primera hora de la mañana, y antes de iniciar las ventas, son los elaboradores participantes en el concurso quienes, desde siempre, reunidos en corrillo fijan los precios a los que venderán su producto. Si en lo que atañe al Cabrales o al Beyos, no suele haber diferencias entre los productores de una u otra variedad, en el caso del Gamonéu nunca, o casi nunca, hubo un precio único. Antes de la llegada de la Denominación de Origen Protegida, cuando hablábamos de Gamonéu de Onís y de Cangas, siempre este último se vendió algo más caro, aunque fueran veinte duros.
Y si esa partida presupuestaria se incrementó con el paso de los años, qué decir del precio de los quesos. A primera hora de la mañana, y antes de iniciar las ventas, son los elaboradores participantes en el concurso quienes, desde siempre, reunidos en corrillo fijan los precios a los que venderán su producto. Si en lo que atañe al Cabrales o al Beyos, no suele haber diferencias entre los productores de una u otra variedad, en el caso del Gamonéu nunca, o casi nunca, hubo un precio único. Antes de la llegada de la Denominación de Origen Protegida, cuando hablábamos de Gamonéu de Onís y de Cangas, siempre este último se vendió algo más caro, aunque fueran veinte duros.
Así era en 1996 cuando escribí mi primera crónica de la feria del
Pilar para LA VOZ DE ASTURIAS. Aún no había llegado el euro y el Gamonéu de
Cangas se vendió a 3.300 pesetas y a 3.200 el de Onís. Aquel año el precio del
kilo de queso de Cabrales era de 2.000 pesetas. Y de 1.600 para el de los Beyos. Sí hubo al menos dos años,
1999 y 2000, en los que tanto el Gamonéu de Cangas como el de Onís se vendieron
al mismo precio: 3.500 pesetas el kilo. Desde que está la Denominación de
Origen Protegida allá por 2003, hablamos de Gamonéu del Puertu y del Valle. También con precios diferentes, desde luego.
A ver qué pasa este año porque en 2013 el primero de ellos alcanzó el precio
récord de 38 euros el kilo, mientras que el del Valle se vendió con un amplio
abanico de precios que iban desde los 20 a los 30 euros. Por su parte el Cabrales
se puso a la venta a 20 euros y a 15 el de los Beyos. En total, de las tres
variedades, los 39 elaboradores participantes el año pasado pusieron a la venta
nada más y nada menos que 4.200 kilos de queso. O lo que es lo mismo más de 4
toneladas. Como siempre, lo vendieron casi todo. Para el próximo día 12 hay
inscritos 39 elaboradores.
La gran novedad de esta edición número 74 del Concurso
Exposición de los Picos de Europa será que, por primera vez, podrán concursar
los elaboradores de queso picón Bejes-Tresviso, que cuenta con su propia
Denominación de Origen Protegida y se elabora en la parte cántabra del Macizo
Oriental de los Picos de Europa.
Ventana en la que curabasus quesos de Los Beyos mi abuela María en Sames. FOTO: J. C. |
Y qué decir de los tres grandes protagonistas de
nuestro histórico concurso: los quesos de Cabrales, Beyos y Gamonéu, de los que
me declaro fiel devoto. Por distintas razones. Del queso de los Beyos no sólo
porque me encanta. También porque eran los quesinos que mi abuela María, nacida
en la aldea beyusca de Rubriellos, dejaba secar, airearse y madurar en una ventana
situada en la escalera del desván de su casa de Sames. O los que comíamos
cuando parábamos en Covarcil, en el desfiladero de los Beyos, en el bar de
Josefa. O los de Leonides, de Vega de Cien. Se sigue elaborando en muchos
domicilios de Amieva, Ponga y Sajambre, pero los que están en el circuito
comercial son los que salen de las queserías de Amieva: la de la Collada, en
Cirieñu, que llevan Salva y Aurora; la de Pregondón, de Carlos y Ani, hija del
inolvidable Jaime Álvarez y la de La Fresneda. Las tres han conseguido un producto de gran calidad y
un sabor muy uniforme, un queso suave que además de estar buenísimo, por su
pequeño tamaño es ideal para regalar en cualquier ocasión, porque oye,
regalaste un quesu. Y quedas muy bien. Al de Los Beyos, además de asentar de
una vez por todas su marca de calidad, su Indicación Geográfica Protegida
(IGP), que aún no dispone de contra etiquetas oficiales, solo le falta una
mayor promoción y que en los concejos del Alto Sella se vayan abriendo más
pequeñas queserías que dinamicen la economía local. Además la única que había
en Ponga, la de Pilar en Viegu, cerró no hace mucho y la de Sajambre funciona
de forma intermitente.
Salva y Aurora, elaborando queso de Beyos. FOTO: J. C |
Quesos de los Beyos durante su secado. FOTO: J. C |
Al Cabrales le he ido cogiendo el gusto con el paso de
los años y es el queso favorito de Rosi, mi mujer. La apuesta por la calidad
que han llevado a cabo los elaboradores cabraliegos en los últimos años, con el
apoyo de los técnicos de esta Denominación de Origen Protegida, está fuera de
toda duda y eso ha elevado al más conocido de los quesos asturianos hasta el
más alto nivel de toda su historia. Atrás han quedado, por fin, aquellas
leyendas urbanas que hablaban de gusanos o quesos madurados entre cuchu.
En el artículo del Blanco y Negro ya mencionado antes se decía que eran
las hojas en las que se envolvían por entonces los quesos de Cabrales, una
envoltura nada higiénica todo hay que decirlo,
las que al pudrirse, aportaban a este queso, no su olor, sino su “hedor característico”, tal y
como dejó escrito el autor de aquella crónica.
Queso de Cabrales, en un puesto del mercado de Cangas de Onís. FOTO: J. C |
Todo eso ha quedado atrás. En la actualidad hay
elaboradores que han ido en busca de la máxima calidad. Por eso han apostado
por lo que algunos ya han bautizado como los Cabrales Pata Negra o Reserva: Quesos elaborados con una
o tres leches y que, muy vigilados y atendidos, se dejan madurar durante muchos
meses a la sombra de la caliza de los Picos de Europa. Hasta 7 o incluso 11
meses permanecen esos quesos escogidos en cuevas como la del Teyedu o Peña
Maín. Son unos quesos excepcionales y por lo tanto alcanzan un precio superior
al Cabrales más convencional, lo que redunda en mayores ingresos para quienes
los elaboran.
Quesos de Cabrales, madurando en la Cueva del Cares. FOTO: J. C. |
En mi modesta opinión, la de alguien que no es un
entendido en quesos, pero que ha escrito bastantes artículos sobre los que se
elaboran en esta comarca, ampliar los tiempos de maduración hasta los seis
meses o más antes de sacar a la venta su producto, es una senda por la que
deberían decidirse a transitar sin miedo los elaboradores de queso Gamonéu.
Tanto los del puertu como los del Valle. De hecho ya hay alguno que apunta en
esa dirección. Este es un asunto sobre el que he hablado en multitud de
ocasiones con personas como mi buen amigo Bertu. Es cierto que poner en marcha
una quesería como las que se dedican a producir Gamonéu del Valle es una inversión
alta y que los créditos y las letras hay que pagarlas todos los meses. Por eso,
y porque es verdad que se lo quitan de las manos, a los elaboradores no les
queda otra que vender el queso en cuanto el reglamento de la DOP se lo permite.
A partir de los dos meses de maduración. O todo lo más con cuatro. Pero no es
menos cierto, que de cada lote que se elabora, se puede apartar un número
limitado de piezas, siempre escogidas, para afinarlas y dejarlas madurar con
mimo durante más tiempo. Estoy convencido de que por ahí, al igual que con el
Cabrales, también se llegaría al Gamonéu Gran Reserva, máxime cuando además los
queseros disponen de un sitio como Cueva Oscura, una gruta natural cuyas
condiciones para la maduración de quesos siempre han sido calificadas como
excelentes por todos los expertos.
Animo, pues, a nuestros queseros, a dar
pasos en esa dirección que no serviría más que para ampliar la gran calidad con
la que ya cuenta el Gamonéu, un grandísimo queso, mi favorito sin duda alguna,
aunque menos conocido que el Cabrales. Y es verdad que en el puertu el número
de queseros ha caído en picado y sólo hay cuatro elaboradores en la actualidad
haciendo queso en Fana, Belbín y Gumartini; pero en el Valle hay nada menos que
16 queserías en funcionamiento con todo lo que eso supone para la economía
local.
Vista general de la majada de Belbín, en el puertu de Onís. FOTO: J. C. |
Cándido Asprón atiende sus quesos de Gamonéu del puertu en la cueva de Belbín. FOTO: J. C. |
Por eso no me queda otra que reivindicar el máximo
apoyo de las administraciones hacia todos los que se dedican a elaborar estos
tres grandes quesos. Acondicionar accesos rodados a las cuevas de maduración,
por qué no incluso a alguna majada, esté o no dentro del Parque Nacional,
permitir la construcción de nuevas queserías dentro de este espacio protegido o
perseguir el fraude, que también lo hay, son cuestiones en las que hay que
insistir. También en lo que se refiere a los necesarios controles de población
del lobo. Porque sin reciella, que aporta una materia prima fundamental,
no hay leche para nuestros quesos. “Los auténticos dueños de los Picos de
Europa son los pastores, y esto condiciona cualquier política” No son palabras
mías. No. Qué más quisiera. Son del fallecido e ilustre profesor de la
Universidad de Oviedo, el cangués Don José Miguel Caso González, e incluidas en
el pregón que leyó el 12 de octubre de 1991 aquí, en Cangas de Onís, con motivo
del Concurso- Exposición de Quesos de los Picos de Europa. Por eso, y porque
muchos de los problemas que sufrían y sufren nuestros pastores-queseros y el
resto de elaboradores siguen ahí, la Administración tiene que estar a la
altura. La elaboración de quesos, y más cuando hablamos de productos gourmet
como el Gamonéu, el Cabrales o el Beyos, es una alternativa económica para
nuestros concejos que debe ser apoyada al máximo, sobre todo cuando no dejamos
de lamentar la sangría de población y abandono que sufre el Medio Rural
asturiano. Por eso hago mías también las palabras de alguien como Jaime
Izquierdo, quien hace años ya afirmó que, en los Picos de Europa, “el
desarrollo nos lo den con queso”. Porque ahí está el futuro de nuestros jóvenes
queseros.
Gumartini y, en primer término, una cuña de Gamonéu del puertu. FOTO. J. C. |
Tampoco quería finalizar este pregón sin dejar de
mencionar la Feria de la Miel del Oriente de Asturias, que también se celebra
en Cangas el día del Pilar y que este año cumplirá 28 ediciones. Es otro
certamen pionero, ya consolidado sin duda y que rinde homenaje a una actividad
tradicional como es la apicultura. Algún año hubo hasta 26 participantes. Este
serán 17. A diferencia de los quesos, en la feria de la miel es la organización
la que fija un precio oficial: en 2013 fue de 7 euros para los botes de un kilo
y de cuatro euros para los de medio.
Muchísimas gracias por su atención. Espero no haberlos
aburrido. Ya sólo me queda desearles que disfruten del amplio programa de actos
previsto. Y si, mañana en la Feria o el Día del Pilar, compran algo de queso, disfrútenlo
y buen provecho. Y que acuda mucho público.
En
Cangas de Onís, a 3 de octubre de 2014.
Javier
González Caso. Periodista.
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