UA-47047058-1

martes, 14 de octubre de 2014

Cinefilia

Miguel Pérez, "Trebolín", y la magnífica colección de películas, máquinas y proyectores de Cine que atesora en Veguellina de Órbigo


Miguel Pérez, "Trebolín", ante el proyector OSSA 6C, la joya de su colección. FOTO: JAVIER CASO
Por Javier G. Caso

Ahora que ha remitido la fiebre del legado del tibu y de otros retos virales más o menos chorras, lo cierto es que, de vez en cuando, te topas por las redes sociales con algún otro de interés y que merece la pena. Hace poco circulaba por el facebook, creo, otro reto o juego de éstos.  Respondía el epígrafe Fotocinefilia. Iba de una propuesta que te hacían para que subieras a la red una foto relativa a alguna película de esas que te hubieran cautivado. Vamos, que demostraras lo mucho que te gustaba el Séptimo Arte y por donde iban los gustos de cada uno.  Viene esto a cuento, a modo de preámbulo o introducción, para hablar acerca de la pasión por el Cine, la que siente el leonés Miguel Pérez, más conocido como Trébol Trebolín por sus vecinos de Veguellina de Órbigo.

Lo suyo sí que es cinefilia. Operador de Cine desde los trece años en los Cines Gordón y Apolo de Veguellina, así como en la sala de proyecciones que existió en su día en Benavides de Órbigo, Trebolín viene a ser un alter ego, un trasunto de Totó, el inolvidable personaje protagonista de esa gran película que es Cinema Paradiso, toda una declaración de amor hacia al Séptimo Arte y aquellos cines de pueblo prácticamente desaparecidos o que, en el mejor de los casos, siguen ahí aunque estén cerrados al público, caso de nuestro Cine Colón de Cangas de Onís.

Fachada del desaparecido Cine Apolo, en la localidad leonesa de Veguellina de Órbigo. REPRODUCCIÓN: J. CASO


La pasión cinéfila de Trebolín no ha remitido con el paso de los años. Ni mucho menos. Se traduce en una excelente colección de proyectores de cine de todos los calibres y tamaños, desde super ocho caseros hasta la OSSA VI C, quizás su pieza favorita y que durante años funcionó en el Cine Capitol de Sama de Langreo, localidad hasta la que Miguel se desplazó para hacerse con ella e incorporarla a su amplio catálogo de piezas de cine. Un proyector, que como casi todos los que posee, funciona y pone en marcha ante cualquiera que llegue a su taller, un lugar mágico por el que tiene desparramados todos sus tesoros, entre ellos multitud de latas con películas, tanto largometrajes comerciales como documentales del NODO.

Lata con un NODO de 1940. FOTO: J.C
Rollos de películas apilados, junto a otras piezas. FOTO: J. C       


 
 




















Dada su condición de mecánico, no en vano trabaja como tal en la Azucarera de La Bañeza tras haber desarrollado esta misma labor en la antigua factoría azucarera de Veguellina de Órbigo, Miguel ha restaurado la mayoría de sus proyectores y eso le permite hacer algo de lo que más le gusta en la vida: poner películas, desde un corto de Disney en una máquina de super ocho, a cintas comerciales en proyectores de mayor tamaño. Tras una trayectoria de más de 20 años como coleccionista, Trébol tiene piezas que son auténticas joyas, como los dos proyectores de la marca francesa Pathé-Baby. Tienen casi cien años y funcionaban a manivela.

Miguel  gira la manivela de una máquina Pathé- Baby. FOTO: J. C.

Detalle de un rollo de película de principios del siglo XX. FOTO: J. C.
Lo bueno de Trébol es que, en contra de lo que hacen esos coleccionistas egoístas, que gustan de atesorar y atesorar cacharros que esconden y guardan para su único disfrute, a él le gusta recibir visitas y enseñar sus cacharros de cine. Hace años, incluso, no dudó en sacar a la calle su proyector OSSA y poner películas a su vecinos en unas sesiones de cine de barrio veraniego, acompañadas de una degustación de sopas de congrio, y  en las que cada uno tenía que llevarse el asiento de casa. De esta experiencia hay documental, obra del cineasta Julián Álvarez, natural de Veguellina y que lleva por título Trébol, cine y sopas de congrio, que puede verse en VIMEO:http://vimeo.com/29382895 

Miguel Pérez sujeta un tomavistas mientras estira un trozo de película. FOTO: J. CASO
 Fue el pasado mes de agosto, entre los días 8 y 10, cuando con motivo de la celebración en Veguellina del I Festival Luna de Cortos, que incluyó diversas proyecciones, todas ellas al aire libre, como las que siempre ha hecho Trebolín, que gran parte de su colección estuvo expuesta al público en el salón de actos que Caja España tiene en Veguellina. Por desgracia fueron muy pocos días y algunos nos quedamos con las ganas de verla. La verdad es que hubiera merecido la pena un período de exposición mucho más amplio porque merece mucho la pena. Su ilusión, y la de cualquiera que ame al Cine, sería poder exponerla de forma permanente. Ojalá que el Ayuntamiento de Villarejo de Órbigo tome nota de ese deseo y se decida a buscarle un local apropiado. Exponer esa colección sería un recurso turístico de primer orden para esta localidad. Además sería la mejor manera de evitar, que todas esas piezas que Trebolín ha logrado reunir con el paso de los años, pudieran acabar yéndose muy lejos de la comarca leonesa del Órbigo. Su pasión por el Cine, su cinefilia, bien se lo merecen. Ojalá lo veamos.  Alguna de las abandonadas naves de la antigua Azucarera de Veguellina sería, además, el lugar ideal para ello. 

Bajo estas líneas, la entrevista que EL AUSEVA DIGITAL le hizo a Miguel Pérez, Trebolín, el pasado verano, en su taller de Veguellina.


No hay comentarios:

Publicar un comentario