La ermita,
dedicada a San Julián, es del siglo XVII y tiene unas interesantes
pinturas
Vista general de la capilla de San Julián, en la localidad de El Pedrosu, en Onís. FOTO: JAVIER G. CASO |
Por JAVIER G. CASO
Nuestro
entorno rural nunca dejará de sorprenderme. En esta ocasión ha sido
la capilla de San Julián, en El Pedrosu (Onís) en
cuyo entorno acomete estos días trabajos de mejora el consistorio
oniense. Al pie de la ermita se ha levantado una escollera que, si
bien de mano sorprende un tanto, lo cierto es que evita cualquier
peligro de que la capillina se pueda venir abajo si el terreno cede.
El vecino más próximo, Álvaro Asprón, ejerció de
improvisado guía y, muy amablemente, me aportó datos más que
interesantes de esta modesta edificación religiosa levantada, me
explicó, en 1656.
De
inmediato le digo que sí cuando este vecino, custodio de la llave de
la ermita, me invita a visitarla. Atravesar su pórtico empedrado y
franquear la puerta de madera situada bajo un arco de medio punto,
permite disfrutar de un interior más que interesante. El pavimento
de la capilla, lejos de ser de piedra o de un moderno terrazo que
sustituyó al original como ha sucedido en muchas iglesias, está
formado por unos ladrillos de considerable tamaño. A partir de ahí
llama la atención su decoración pictórica del arco triunfal que
separa la nave del altar. En el pilar de la izquierda aparecen sendas
cruces pintadas en tono ocre una sobre la otra. La de más abajo está
pintada dentro de un círculo; en el frente del pilar del lado
derecho hay pintadas lo que parecen ser las figuras de algún animal.
En el lateral del pilar derecho lo que aparecen representadas,de una
forma muy elemental y esquemática, son dos figuras humanas a
distintas alturas. La más alta y de mayor tamaño porta una especie
de bastón alargado en forma de cruz. Por su parte en las impostas de
las que arranca el arco aparecen decoraciones geométricas y unos
pájaros. Ya en el altar mayor, presidido por un retablo de madera,
en la pared de la cabecera hay más pinturas, una decoración
pictórica bastante mal conservada. Preside el altar la figura de San
Julián, acompañada a los lados por un Corazón de Jesús y una
Virgen.
Vista del arco triunfal y, al fondo, el altar, de la capilla. FOTO: J. C. |
Decoración pictórica con motivos animales y geométricos. FOTO: J. C. |
Figuras humanas pintadas. FOTO: J. C. |
Cruces pintadas. FOTO: J. C. |
Lo más
feo de esta capilla es, sin duda, el muro de hormigón que rodea el
pórtico y que, me imagino, sustituyó hace años al muro de sillería
original. Posiblemente la actuación evitó que el techo del porche
de la ermita se viniera abajo, pero la buena actuación no evita
poder decir que se hizo a costa de destrozarlo por completo. Lo que
sí conserva el pórtico es un desigual empedrado a base de regodones
de río, unas piedras de distinto tamaño, distribuidas en
cuadrantes.
Pórtico empedrado. FOTO: J. CASO |
Aunque ya
no puede contemplarse, según este vecino, en su día hubo pila
bautismal en la capilla de El Pedrosu, dónde ahora hay unos once
vecinos pero que, según Álvaro Asprón, llegó a tener hasta
doscientos habitantes en su día. El Pedrosu pertenece a la parroquia
de La Robellada, pero su ermita, según este vecino, pudo ser
parroquia hace siglos. Hasta hace cien años en este pueblo oniense
se festejaba a San Antonio de Padua, del que aún se conserva
una talla de buen porte que luce en el lateral izquierdo del
presbiterio de la ermita.