El libro
del etnógrafo Daniel Cueli, que incluye un censo, estudia las 73
construcciones que aún se conservan en el municipio piloñés
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Daniel Cueli posa con un ejemplar de su libro en el lavadero de Los Caños de Infiesto. FOTO: JAVIER G. CASO |
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POR JAVIER G. CASO
Tal y
como recoge el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la
etnografía es “el estudio descriptivo de las costumbres y
tradiciones de los pueblos”. Mucho más cálida y cercana es lo que
significa el mismo término para el piloñés Daniel Cueli. Para este
etnógrafo “ye la historia de la xente que nun protagoniza la
historia”. O lo que es lo mismo: lo próximo, lo cotidiano,
incluyendo utensilios, construcciones y equipamientos. Todo aquello
que, en definitiva, acompañó el quehacer diario de nuestros
ancestros. Sobre todo en el medio rural.
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Portada de "Los llavaderos del Conceyu Piloña". |
Viene a
cuento este preámbulo de la reciente publicación de Los
llavaderos del conceyu Piloña, libro editado por la Fundación
Belenos y del que es autor, precisamente el ya mencionado Daniel
Cueli. La publicación, un volumen de apenas 70 páginas ilustradas
con mucha fotografía y en una cuidada edición, permite al lector
acercarse a este patrimonio etnográfico que son los lavaderos
públicos. Se trata de unas construcciones que, según recoge el
autor en la introducción del libro, “jugaron un papel muy
importante en los siglos XIX y XX, mejorando las condiciones de las
mujeres en su dura tarea de lavar la ropa”. Unos lavaderos que,
además, cumplieron una importante labor socializadora al ser lugares
de encuentro y conversación en aquelos tiempos en los que el agua
corriente aún no había llegado a la mayoría de los domicilios de
la zona rural.
No es la
primera vez que Daniel Cueli se dedica a estudiar los lavaderos. Con
anterioridad a esta obra ya publicó hace años otro estudio en la
revista Asturies, memoria encesa de un país, dedicada a los
que se reparten por la Comarca de la Sidra, Piloña y Siero. Pero
como piloñés quiso estudiar más en profundidad los de su concejo
natal, avalado además por el gran número de lavaderos que aún
siguen en pie en Piloña, un total de 73. La cifra, subraya Cueli, ya
es de por sí importante y significativa como para dedicarles un
trabajo específico y que acaba de ver la luz. “Con esti trabayu
quiso conxelar la realidá d´estes construcciones nun momentu
concretu, faciendo una semeya fixa que marcara un enantes y un
dempués y que pudiera sirvir de guía a les persones que tienen la
responsabilidá de mirar pol nuesu patrimoniu”. Para ello este
etnográfo visitó a lo largo de dos años todos y cada uno de los
lavaderos que se reparten por las 24 parroquias piloñesas y de los
que elaboró una ficha específica.
Ese
recorrido le permitió a Cueli hacer algunas consideraciones acerca
de estas construcciones. En cuanto a su tipología, y a partir de la
posición que ocupa el pilón en el lavadero, Cueli distingue entre
los de pilón central, que en su mayoría disponen de cubierta a dos
aguas, o los de pilón lateral que suelen estar cubiertas con un
tejado de cubierta a una sola vertiente. A su vez el estudio constata
que en muchos casos, el lavadero se levanta al pie de una fuente y un
bebedero, conformando un conjunto etnográfico en el que los vecinos
del pueblo no sólo lavaban la ropa, sino que también se abastecían
de agua para casa y además llevaban su ganado a beber allí.
El más
importante de los lavaderos piloñeses, y el más antiguo a la vez,
es el de Los Caños de Infiesto, ubicado en el barrio de Triana. Fue
rehabilitado en 2006 después de que en años anteriores estuviera a
punto de correr serio peligro de ser demolido, lo que hubiera
supuesto una importante pérdida patrimonial para Piloña y para
Infiesto, ya que apenas si se conocen lavaderos así en otras villas
similares de la comarca del Oriente asturiano. Daniel Cueli que
además es de los más antiguos de Asturias y que ya aparecía citado
en el Diccionario de Madoz que data de los años 1845 a 1850. La
fuente de los Caños, situada junto al lavadero, es de 1807. Así
puede leerse en la placa que la preside, con lo que el lavadero tuvo
que levantarse no mucho más tarde en la primera mitad del siglo XIX,
explica Cueli. Para hacerse una idea de lo que fue, el etnógrafo
piloñés explica que que por las dimensiones de su pilón, allí
podían reunirse a lavar a la vez hasta 30 mujeres.
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Vista general del lavadero de Los Caños, ubicado en el barrio de Triana de Infiesto. FOTO: J. G. CASO |
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Mención
especial merece a su vez el lavadero público de El Valledal, en
Villamayor. Fue construido en 1919 y donado al pueblo por Rafael
Fabián, tal y como reza en una inscripción situada en uno de sus
laterales. Actualmente en desuso, aunque bien conservado; de este
lavadero destaca un estante de madera que recorre de lado a lado su
cubierta interior por encima del pilón y que, según describe Cueli,
serviría para dejar allí los baldes con la ropa que se iba a lavar.
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Interior del lavadero de El Valledal, en Villamayor. FOTO: J. CASO |
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Vista exterior del lavadero de El Valledal. FOTO: J. CASO |
Además
de defender la conservación de los 73 lavaderos que se recogen en su
libro y que aún existen en Piloña, el autor del trabajo apuesta por
la recuperación de los que están peor conservados y por su
utilización como recurso turístico. Así Daniel Cueli defiende que
alguno de ellos bien podría acoger un centro de interpretación de
este tipo de construcciones, algo que ya se ha hecho en otros
concejos como Boal. También apunta la posibilidad de señalizar una
ruta de los lavaderos en alguna de las parroquias piloñesas, en
concreto por aquellas que cuentan con más número de ellos como las
Belonciu, Villamayor o Borines. En definitivo, en su libro este
etnógrafo pone el ojo y estudia de forma rigurosa un patrimonio que
en muchos casos se encuentra bastante olvidado y que, además,
resulta muy desconocido para los más jóvenes.