Adosada a la capilla
del Santo Ángel de esta localidad canguesa, el inmueble corre el riesgo de
venirse abajo antes de que concluyan los trámites para su inclusión en el
Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias
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Vista lateral del aula, con los pupitres en primer término. FOTO: J. CASO |
Por Javier G. Caso
Descubrí de forma casual la vieja
escuela de Corao Castiellu hace ya algunos años y me llamó la atención desde
aquella primera vez. Se trata de un edificio original. Por un lado capilla, por
el otro una escuelina. A través de sus
ventanas, que aún tenían cristales, lo que pude contemplar era una escuela de
otra época, con todo lo suyo: la mesa del maestro, los pupitres, un gran mapa
de España y otro de Asturias, un armario con libros y estantes con material
escolar... ¡Ah! Y para completar la escena, un crucifijo, un cuadro de la
Inmaculada Concepción y hasta un retrato de Franco en blanco y negro, todo un
reflejo de aquel régimen. Disfrutar de todo aquello fue una especie de viaje en
el tiempo al que sólo le faltó que, de repente, mientras miraba por la ventana,
aparecieran los críos que allí estudiaban junto a su maestro o maestra y
comenzara la clase. Hace poco volví. En esta ocasión a tiro hecho. ¿El motivo?
Que la comisión de Patrimonio del Principado de Asturias acaba de iniciar los
trámites para incluir esta escuela canguesa, y otras 119 de toda la región, en
el Inventario Cultural de Asturias. Pero las cosas han cambiado.
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Otro aspecto del aula. FOTO: J. CASO |
En estos momentos, y tras muchos años de
abandono, el edificio presenta un estado de conservación lamentable y amenaza
ruina inminente. Sobre el tejado, que hará treinta años que no se reteja según
el testimonio de algún vecino, crecen varios árboles y los aleros de madera
apenas se sujetan. Para acceder al interior, casi no hace falta que nadie te
abra la puerta. Una de las ventanas está completamente rota, por lo que es
fácil colarse dentro. En el resto de las ventanas faltan la mayoría de los
cristales y en una de ellas, una enorme grieta da cuenta de que a mucho no tardar
el cargadero de la ventana se vendrá abajo.
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Desde la escuela se accede a la capilla. FOTO: J. CASO |
Una vez dentro, y acompañados de
María Ángeles Prieto, Tita, la vecina que custodia la llave de la escuela,
pudimos constatar el desastre que ya intuíamos a tenor del mal estado de la
techumbre. Cuando llueve el agua cae a sus anchas por las paredes interiores
de la escuela como demuestran las manchas de verdín. Y en una esquina una
enorme grieta amenaza con cortar en dos una de las paredes de la escuela. La
huella de la humedad también se deja ver sobre el suelo de madera dónde crece
hasta mofu (musgo). Además hay varias tablas rotas tras pudrirse la madera. ¡Qué
pena! Lo que tenía ante mi era un edificio que necesita una intervención. Y
urgente. En la escuela de Corao Castiellu, como mínimo, hay que reparar el
tejado para evitar que se venga abajo. Y eso hay que hacerlo sin dilación, sin
esperar a que concluyan los trámites para incluirla en el Inventario Cultural
de Asturias. No valen excusas. De lo contrario, cuando llegue ese momento, lo
que único que podrá inventariarse serán las ruinas de una escuela rural con una
larguísima historia que se remonta al siglo XVIII.
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Material escolar que aún sigue en su sitio. FOTO: J. CASO |
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Armario. |
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Libro de matrícula. |
Fue
un 15 de enero de 1760, según consta en la escritura fundacional, cuando
Francisco de Soto y Sobrecueva fundó la escuela de Corao Castiellu. Para ello
nombró patronos a sus vecinos y les dejó varias fincas a censo para que las
alquilaran y poder así sufragar el sueldo del maestro. Según los datos que me
ha facilitado Francisco Pantín aquella era una escuela “para aprender a leer,
escribir y contar”. Aquella escuela ocupó el pórtico de la capilla del Santo
Ángel de Corao Castiellu. Esa es la estampa que nos muestra un dibujo de 1901
realizado por Leandro Llanos y que mostraron en Corao. De esta forma el
edificio escolar y el religioso quedaron unidos. Tan sólo los
separa un falso tabique de madera que hace las veces de puerta de doble hoja: Para acceder a la capilla, en la que se
venera a San Antón Abad, hay que hacerlo desde la escuela. Pero en esta
localidad canguesa ya hace como dos años que, cuando llega el 17 de enero, ya
no se celebra la festividad de San Antón. No hay misa en la capilla. Los vecinos tienen miedo a sufrir algún
accidente si les da por entrar en su desvencijada escuela de paso para misa.
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Exterior de la escuela de Corao Castiellu. FOTO: J. CASO |
La de Corao Castiellu fue la primera
escuela del concejo de Cangas de Onís y, por tanto, también de la parroquia
de Abamia. En ella estudiaron sus primeras letras personajes como el librero
Antonio Miyar, el maestro relojero Basilio Sobrecueva o el indiano Eduardo Llanos. Por el
testimonio de Alfonso Puerta, un vecino de Corao Castiellu de 89 años y que
vive justo al lado, sabemos que en los años 30 del siglo pasado, antes de que
estallara la Guerra Civil, en esa escuela había 27 críos. Todos ellos aparecen
en una foto que nos muestra Alfonso, uno más entre aquel grupo de escolares
calzados con madreñas y que posaron para la posteridad acompañados de Gregorio,
su maestro, quien años después, y como otros muchos maestros, moría fusilado
por el bando franquista durante la Guerra Civil.
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Exterior de la capilla a la que se adosó la escuela. FOTO: CASO |
Respecto a la evolución de la matrícula en
esta escuela rural, algunos documentos constatan que durante el curso
1964-1965, en Corao Castiellu estudiaban 20 alumnos. Y en 1972, más o menos
cuando cerró sus puertas, en esta escuela canguesa cursaban sus estudios cuatro
niños. Es verdad que hace ya muchos años que el edificio dejó de utilizarse
como centro escolar. Pero eso no justifica que se pueda venir abajo sin que
nadie ponga remedio. Y menos cuando da la impresión de que alguien, desde luego sin haberla visitado
antes para constatar su ruina, ha iniciado el papeleo para incluirla en el
Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. Veremos a ver lo que queda de
este inmueble para cuando llegue ese momento. Si para entonces
está en el suelo, sería tan lamentable como absurdo que la escuela de Corao
Castiellu recibiera ese homenaje póstumo. Ojalá que eso no suceda.
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