Ramón Prada Blanco. Compositor. Acaba de estrenar "Trinity", su último trabajo
Ramón Prada, apoyado en un piano, momentos antes de uno de sus conciertos. FOTO: JAVIER G. CASO |
Vídeo de Trinity
El compositor cangués Ramón Prada Blanco presentó hace dos
semanas en Barcelona su último trabajo: Trinity,
en el que ha trabajado junto a Óscar Sol e Iris Heitzinger. El estreno tuvo
lugar en el marco del Festival Imagen, Danza y Nuevos Medios 2013, el IDN 2013,
desarrollado entre los días 14 al 23 de febrero en el Mercat de les Flors de la
Ciudad Condal. En esta entrevista El Auseva Digital, Ramón Prada desgrana las claves de Trinity, proyecto que combina
movimiento, sonido e imagen.
Acaba de estrenar Trinity. ¿Cómo surge este proyecto?
En octubre de 2012
el artista visual y programador Óscar Sol se pone en contacto conmigo para
proponerme el proyecto. No nos conocíamos previamente, pero él sí conoce mi
música y entiende que encajaría muy bien en un proyecto que todavía estaba en
fase germinal. Al principio nos asusta un poco la idea de trabajar a distancia
en algo tan especial y que requiere una perfecta sincronía entre música,
visuales y danza, pero con largas charlas y reuniones telefónicas y a través
del mail vamos poco a poco diseñando la pieza. Contamos además con la bailarina
y performer austríaca Iris Heitzinger (Miss Luiss Twister), que es el eslabón
final para que la pieza cobre vida sobre el escenario y que ha conseguido una
coreografía perfecta que hace que la obra sea redonda en todos los sentidos.
¿Cómo se puede definir Trinity?
Trinity es una pieza
muy especial porque representa una especie de arte total de nuestro tiempo:
interactividad, visuales generados en tiempo real que reaccionan a los
movimientos de la bailarina, música electrónica que sincroniza con la danza y
la imagen generada y que también reacciona y se modifica con el movimiento. Los
tres elementos (música, visuales, movimiento) interactúan constantemente en un
proceso de ida y vuelta constante. El suelo del escenario es una gran
pantalla de proyección sobre la que se representa la pieza y donde se generan
imágenes abstractas que interactúan con la bailarina.
El resultado estético
general, siempre en blanco y negro, es de una gran plasticidad y belleza. La reacción del
público en las dos funciones del estreno es absolutamente positiva, y se acaba
con la sensación de estar asistiendo a algo un poco 'mágico', aún tratándose de
una pieza contemporánea y experimental.
Hemos conseguido,
creo, una comunión perfecta entre todas las partes que conforman la obra.
¿Tienen pensado traerlo a Asturias su estreno en tierras
catalanas?
El recorrido de este
tipo de creaciones es limitado, pero hay varios contactos para empezar a
moverlo, tanto en España como, sobre todo, fuera. En Asturias espero que pueda
verse el año que viene dentro del LEV Festival de Gijón, pero es pronto para
hablar de fechas concretas.
En su ya larga trayectoria musical se percibe una evidente
evolución desde la música clásica a la, no sé si podría calificarse así, música
experimental. ¿Está de acuerdo en esta afirmación?
Si. La evolución en
cualquier creador es, creo, obligada. Al principio, cuando vi que el
cambio iba a ser muy radical respecto a lo que venía haciendo, busqué un alias
para los proyectos más alternativos, como si tuviera una doble personalidad
musical. Y me llamé 'Vittus'. Curiosamente, ahora hago más cosas como Vittus
que como Ramón Prada...
En mi caso, esa
evolución de la que hablo se produce de forma natural y me ha llevado a hacer
una música que utiliza los nuevos medios electrónicos como un elemento más a la
hora de componer la música. Además, me interesa mucho la representación visual
de lo que suena, por eso mis últimos proyectos están siempre asociados a lo
visual (y con Trinity, además, a lo corporal).
Utilizo instrumentos acústicos, pero pasados por el filtro de la
electrónica para buscar sonoridades y sensaciones únicas y muy personales.
Ahora, además, tengo el control total de todo lo que quiero que suene y de cómo
tiene que sonar exactamente y puedo añadir un factor de improvisación que hace
que las obras no suenen siempre igual y que se adapten a cada momento.
En este momento,
después de haber hecho grandes proyectos con orquestas y agrupaciones más
'clásicas', me encuentro más a gusto componiendo este tipo de obras.
En 2008 pudimos asistir al estreno de MUMS en la Casa
Municipal de Cultura de Cangas de Onís. ¿Este proyecto fue su incursión en el
campo de esa música experimental?
El primer paso en
esta dirección fue la versión de Keltiké para la expo de Zaragoza, pero MUMS
constituyó una obra decisiva para llegar a lo que hago ahora. MUMS fue un
encargo del Ayuntamiento de Cangas en el que, por primera vez, tuve absoluta libertad
creadora e hice lo que hacía tiempo que quería hacer: mezclando electrónica con
folclore, con un piano de cola, con una viola, con vídeo, con imagen generada,
con las proyecciones en telas..., presentando un concierto 'teatral' donde se
pudieran vivir nuevas sensaciones a partir de la música. También había
grabaciones de campo, sonidos muy variados de Cangas, la gente... Todo eso
generó una obra muy especial para mí, por muchos motivos, que marcó un cambio
en mi manera de componer y de trabajar con la música, pensando en un
resultado global multimedia. Sin ninguna duda pondría a MUMS como una de mis
mejores piezas, y me gustaría mucho poder volver a repetirla. Luego vino
Keltikhé 2.0 y los conciertos en Shanghai, el concierto en el LEV Festival con los
visuales del londinense Paul Prudence... Y ahora Trinity, a la que considero
una de mis obras colaborativas más importante.
¿Cómo se define como músico?
Ecléctico y abierto,
un artesano del sonido...
¿En qué trabaja en estos momentos?
Estoy con un nuevo
proyecto, esta vez en solitario, pero que también puede generar a posteriori
alguna colaboración visual o de danza. Constará de tres partes (lo planteo como
un tríptico) y se titulará 'post_clavichord'. Primero haré una serie de
grabaciones en una clavicordio (copia de un instrumento del siglo XVIII) y
luego las pasaré por todo tipo de aparatos y modificaciones electrónicas para
buscar nuevas sonoridades y ambientes especiales. Un instrumento de casi 300
años que irá de la mano con los últimos efectos electrónicos. Otra vez pasado y
presente de la mano... Y también está
pendiente el estreno de una película de Pablo Fernández-Vilalta con música
mía...
¿Qué fue de aquel proyecto para componer una ópera junto al
escritor Pedro de Silva?
Todavía hace poco
estuvimos los dos hablando largamente sobre el proyecto... Queremos hacerlo,
pero este tipo de proyectos van lentos y hay que tener en cuenta muchos
factores. El libreto me gusta mucho y creo que, si algún día hago una ópera,
será con este texto. Pero tengo claro que será una ópera de nuestro tiempo,
donde lo audiovisual tenga un papel importante, y buscando un lenguaje que
pueda llevar con solvencia la historia que cuenta el libreto. Lo que quiero
hacer ya lo tengo, más o menos, en la cabeza, pero el cuándo no puedo
aventurarlo...
¿Ha abandonado para siempre la música celta o tradicional
como fuente de inspiración de sus obras?
El que ahora haga
música más experimental no excluye ningún tipo de inspiración. Ahora mismo no
entra en mis planes hacer nada parecido a las cosas claramente 'celtas' que
hacía al principio, pero, por ejemplo, el proyecto que voy a comenzar, aunque
termine siendo otra obra experimental, se inspira como punto de partida en
sonoridades y formas de la música renacentista y barroca. Y la ópera prevista
tiene como protagonista a un rey asturiano, así que, en cierto modo, creo que
algún día volveré a los inicios pero cambiando de lenguaje y de estética...
Usted compagina la composición musical con su labor como
profesor. ¿Qué le aporta la docencia a su trabajo como músico?
La docencia en un
instituto no aporta nada a lo que después hago como compositor. Más bien es al
revés: utilizo mis conocimientos y experiencias desde dentro de la música para
intentar trasmitirla a los alumnos.
Ramón Prada en Twitter: @ramon_prada
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