Kiko el de la Pina posa con su campanu, con el Puentón al fondo. FOTO: JAVIER G. CASO
JAVIER G. CASO
Pescar el campanu de Asturias debe de ser la leche. Hacerlo en uno de tus pozos habituales, en el Sella y casi al lado del Puentón de Cangas de Onís, tu casa de toda la vida, ya ni me lo imagino. Me resulta imposible ponerme en el lugar de Federico Vega, Kiko el de la Pina, ribereño de pura cepa y que el pasado viernes 3 de mayo conseguía hacerse con la pieza más codiciada de los ríos salmoneros asturianos.
Los medios de comunicación, y las redes sociales otro tanto, ya recogieron de forma pormenorizada el éxito de Kiko el de la Pina. No es para menos. El suyo fue uno de los campanos más guapos que se recuerdan en los últimos años en la ribera del Sella: una hembra de 8 kilos y 850 gramos y 90 centímetros de longitud. Casi nada. A pesar de su larga trayectoria deportiva, Kiko nunca había tenido la suerte de coger ningún campanu. Y eso que, como él mismo reconoció, "llevo pescando 50 años y hasta hoy no lu agarré".
En ese día tan especial, el cangués tuvo un detalle de los que dejan bien claro lo buen tipo y lo buen paisano que es. Dedicó el campanu de Asturias 2013 a su amigo Dámaso Ortiz, fallecido recientemente. Además consiguió que, por primera vez, tan deseada pieza se subastara en Cangas de Onís, bajo el mismísimo Puente Romano. ¡Y qué subasta! Entre los aplausos del público los pujadores se animaron y fueron necesarias 48 ofertas hasta que se remató la puja y el campanu fue a parar a manos de José Manuel Mori Cuesta, el Marqués, quien lo adquirió para sus restaurantes El Campanu de Cangas de Onís y Ribadesella. En definitiva, un día inolvidable. ¿Alquien da más?
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